Un par de Amélies al año ayudan a llevar mejor la cabeza. Este "Ordeno y mando", un divertimento de los suyos, me animó unos días del pasado febrero. Y escribe tan bien... que cuente lo que que cuente me gusta.
Baptiste Bordave, el protagonista de la obra, entra en el juego de plantearse en una fiesta qué haría con el cadáver de una persona que muriera repentinamente en su casa, ya que un amigo suyo le apercibe de los perniciosos efectos que podría tener para él el hecho de llamar a la policía. Esgrimen sus argumentos en pro y en contra y, aunque en la fiesta Baptiste parece ser un ciudadano modélico cumplidor de a ley y defensor de la idea de avisar a la policía, cuando se desploma muerto en su salón el hombre que acaba de llamar a su puerta para pedirle hablar por teléfono, lo último que se le ocurrirá, recordando los consejos de su amigo, es llamar a la policía y se inicia el recorrido del protagonista por las páginas del libro asumiendo el nombre de la persona muerta, un sueco llamado Olaf Sildur, y acercándose poco a poco a su casa, a su vida, a su esposa... viendo y siguiendo la posibilidad de hacer desaparecer su gris existencia en favor de una vida mejor, con más dinero, mejor pareja y más posibilidades en todos los sentidos.
Una especie de cuento en el que esperamos que en algún momento se le estropee el chollo porque en teoría los cuentos tienen que tener moraleja y esas cosas. Pero es Amélie Nothomb, cuyas historias tienen sorpresivos finales, giros inesperados y las acaba como a ella le da la gana. Así que puede ocurrir cualquier cosa. Muy entretenido.
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