Como Amélie publica por lo menos un libro al año, y la descubrí hace poco tiempo, no creo que me falten lecturas suyas, que siempre aportan algo. Así que con el año nuevo, otro Nothomb. Este "Ácido sulfúrico" es de 2005 y se publicó en España dos años después, así que no es de los últimos. Creo que el último traducido es del año pasado y se llama "Golpéate el corazón". Lo tengo en la lista de pendientes.
La novela que reseño trata de un reality show verdaderamente cruel pero con gran aceptación del público. El reality lleva por nombre "Concentración" y recrea la vida -y la muerte- en un campo de concentración retransmitida en vivo en plan Gran Hermano.
Los participantes (víctimas, diría yo) son secuestrados y confinados en un campo en el que tienen que trabajar hasta el agotamiento prácticamente sin comer, mientras sus vivencias y sufrimientos son retransmitidos en directo.
No pueden salir, no pueden llamar a nadie, ni siquiera pueden usar sus nombres, siendo designados por una combinación de letras y números parecida a una matrícula de coche.
No pueden salir, no pueden llamar a nadie, ni siquiera pueden usar sus nombres, siendo designados por una combinación de letras y números parecida a una matrícula de coche.
Nadie parece reclamarlos, nadie parece buscarlos, ni la policía ni las autoridades, viéndolos por televisión, hacen nada por liberarlos. Ninguna organización de derechos humanos parece acordarse de ellos, ni siquiera algún animalista. Una pena, las personas recluidas no parecen beneficiarse de los derechos humanos.
Los capos que vigilan y, sobre todo, ejercen violencia sobre los prisioneros, son elegidos por su crueldad, falta de empatía y capacidad de infringir castigos.
Cada día, la jornada concluye con la selección de dos personas que serán ejecutadas a la vista de todos los telespectadores conectados a la cadena que retransmite Concentración. En un principio suelen ser personas mayores, poco espabiladas o que no generan la simpatía del público por su escasa participación.
Una de las participantes, CKZ 114, llama pronto la atención por su belleza, tanto de los organizadores como del público y, sobre todo, de Zdena, una de las capos quien, demostrando de una extraña forma su cariño hacia ella, es la que más la maltrata. La capo quiere saber su nombre y sólo cuando Pannonique se lo dice comienza a tener algún detalle para con ella, como darle chocolate.
Pannonique se convierte pronto sin quererlo en la estrella del programa así como en la diana de todas las envidias de los compañeros de sufrimiento pese a que les reparte el chocolate y les ayuda para evitar que los maltraten o los maten.
Los organizadores del programa van añadiendo penurias a las víctimas para subir las audiencias, que se disparan pese a que fuera algunos medios critican el reality. La ambigua relación entre Pannonique y la capo medio enamorada de ella hace subir los televidentes aunque la protagonista se esfuerce en exigirles que apaguen la tele.
Cuando llegado un momento el share se estabiliza llegan a ofrecer a los televidentes la posibilidad de votar quién morirá al final del día llegando entronces la cuota de pantalla al 100%. Todo el mundo entra en el juego pese a su salvajismo hasta el, como siempre con Ámelie, sorpresivo final en el que además le vemos sentido al título. Aunque en este caso la solución final resulte un poquito naíf, tirando a bastante simple.
La obra no es muy larga, como casi todas las de Nothomb, y se lee de manera ágil. La sensación de irrealidad, de claustrofobia, de injusticia, nos acompaña durante toda la lectura. Somos conscientes de que lo que está pasando no puede pasar, que tiene que haber alguien fuera luchando contra el programa y que sacarán a esas personas. La tragedia de los campos de concentración nazis sobrevuela todo el libro llevándonos a la conclusión de que no mucha gente estará dispuesta a hacerlo, sobre todo cada vez que vemos que las audiencias suben y suben, lo que supone que los que están fuera disfrutan con lo que para ellos es un espectáculo, un reality como tantos otros, más fuerte pero destinado a provocar como tantos otros y sin que nadie cuestione la moralidad, justicia o inhumanidad de lo que ocurre en "Concentración".
Con los propios presos nos planteamos quién tiene la culpa de la situación en la que se encuentran pues ellos discuten quiénes son los culpables, si los organizadores o los telespectadores que siguen enganchados al reality y no apagan los televisores, lo que lleva a pensar que tenemos la televisión que nos merecemos, que mucha gente critica programas con la boca chica para verlos después ya que si las audiencias fueran mínimas los programas no continuarían emitiéndose.
En fin, que si se hace tele para borregos por algo será. Libro para meditar el tema.
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