martes, marzo 31, 2020

Asistencia sanitaria y consultas durante el estado de alarma.

Como parece que esto se alarga y las dudas se nos plantean cuando nos afectan, habiendo surgido la pregunta en casa en relación a una consulta médica pendiente, he estado buscando información al respecto y comparto unos datos que creo que pueden ser de interés. Están publicados en la web del SESCAM, con lo que en principio son totalmente fiables.
En primer lugar, respecto a la atención primaria, se mantiene sólo la atención urgente y se suspenden las extracciones de muestras para análisis. Además Marta, nuestra médica, y Sonia, la enfermera de nuestro Consultorio, siguen cuidando de nosotros.

No tenemos que preocuparnos por las recetas para pacientes crónicos ya que se ha previsto su renovación automática.
En cuanto a la asistencia en centros hospitalarios se reprogramarán las primeras consultas contactando con los pacientes por teléfono y las consultas sucesivas se realizarán por teléfono. También se suspende la extracción de muestras para análisis pero se mantienen las demás pruebas diagnósticas y, por supuesto, la atención urgente.

En caso de duda podéis llamar a los teléfonos habilitados para información, que en el caso del Mancha-Centro es el 926-550232. Los siguientes teléfonos sólo dan información sobre citas, pruebas o intervenciones quirúrgicas. No sobre nada relacionado con coronavirus.


Para información sobre coronavirus el SESCAM ha previsto dos teléfonos 900, es decir, gratuitos.
Uno que funciona las 24 horas para información general:
Y otro para utilizar sólo si se tienen síntomas: fiebre, tos seca o dificultad para respirar. 
Espero que os pueda servir de ayuda la información y si necesitáis más podéis consultar en la web del SESCAM en el apartado referido al coronavirus en el de enfermedades infecciosas o pinchando aquí.
https://sanidad.castillalamancha.es/ciudadanos/enfermedades-infecciosas/coronavirus

Si necesitáis atención psicológica o conocéis a alguien que por estar afectado o tener familiares que lo estén la necesita, el Colegio de la Psicología de Castilla-La Mancha también ha puesto en funcionamiento un teléfono de asistencia psicológica.
Pero, sobre todo, tomad en serio las indicaciones sanitarias de prevención que a fecha de ayer día 30 de marzo Castilla-La Mancha había notificado ya un total de 5.858 casos positivos por infección de coronavirus en la Comunidad. De ellos, 3.134 hospitalizados y 302 con necesidad de respirador. No salgáis si no es estrictamente necesario. Es la mejor forma de cuidarnos y proteger a los demás.

lunes, marzo 30, 2020

Mujeres grandes de Quero en tiempos de pandemia.

Hoy quiero rendir mi pequeño homenaje a unas mujeres valientes que siguen prestando uno de los servicios más importantes de nuestro pueblo, siempre, pero muy especialmente en estos días de confinamiento. 
Me refiero a las mujeres que trabajan en el servicio de Ayuda a Domicilio y a las auxiliares de la Vivienda Tutelada de Quero.
Siempre he considerado, y sigo considerando, que realizan un trabajo impagable, y no tengo otra cosa que agradecimiento y buenas palabras para ellas sobre el tiempo en que mi madre fue beneficiaria del servicio. Pero estos días, además de su profesionalidad fuera de toda duda, quiero destacar su valentía.
Trabajan ayudando a las personas que más riesgo tienen frente al maldito virus que nos ha caído encima, atienden a las personas más indefensas, que necesitan, ahora más si cabe, más cuidados, mayor vigilancia y más afecto que los demás. Sí, afecto, porque esas mujeres no sólo desempeñan sus funciones con eficacia, sino que acompañan su día a día con una sonrisa y con cariño hacia las personas a las que atienden, aunque a veces ni siquiera puedan responder a sus atenciones por su estado de salud. 
Se desplazan de casa en casa, o trabajan en la vivienda tutelada, y cuando el resto de las personas nos hemos visto obligadas a dejar apartada nuestra actividad laboral o profesional, ellas siguen trabajando manteniendo en pie la prestación del Servicio de Ayuda a Domicilio, como actividad esencial para quienes no cuentan con apoyo familiar o no pueden prescindir de la ayuda sin generar situaciones de desprotección.
Además de de su trabajo diario, que deben realizar con especial cuidado y precaución por el riesgo de contagio, su función resulta ahora más importante para mantener a nuestros mayores en sus domicilios con las prevenciones, higiene, seguridad y acompañamiento necesarios para que su aislamiento les permita estar más protegidos.
Los Servicios Sociales, con su Trabajadora Social al frente, mantienen su funcionamiento en Quero y todas las localidades de nuestro entorno atendiendo a los más desfavorecidos y vulnerables y, en el caso de nuestro pueblo, esos servicios se sostienen con el trabajo de unas mujeres cuya entrega diaria puede pasar a veces desapercibida, pero a las que hoy rindo mi modesto homenaje. 
Muchísimas gracias. Y cuidaros mucho.

viernes, marzo 27, 2020

Macguffin. Palabra aprendida hoy.

Estoy leyendo "Personajes Desesperados", de Paula Fox y como el prólogo de Jonathan Franzen me había generado tantas expectativas, aparte de fastidiarme parte del argumento, pues me está decepcionando bastante, así que he intentado buscar dónde está el quid que podría hacer del libro una gran obra literaria en lugar del tedioso recorrido (con una prosa elegante eso sí) por la insulsa y aburrida vida de unos personajes, no se si desesperados, pero sí poco interesantes. Por lo menos para mí. Así que buscando, buscando, en un blog me he topado, además de con otro panegírico de la obra, con una palabra que no conocía, lo cual me alegra ,ya que aprender palabras de las que no tenía conocimiento siempre me supone satisfacción, salvo que se trate de palabras que todo el mundo parece conocer menos yo, lo cual me pone de mal café.
La palabra en cuestión, que no se si conocerá mucha gente fuera del mundo de cine, aunque igual sí, es Macguffin, que según la Wikipedia también puede escribirse MacGuffin, McGuffin o Maguffin, y que no es un tipo de hamburguesa sino un recurso cinematográfico consistente en algo así como una excusa, un fin, un objeto, una persona, un objetivo que persiguen los personajes o una justificación de su proceder en la historia, pero que a la larga no tiene nada que ver con lo que se pretende contar o cómo actúan los personajes. Ponen el ejemplo del arca perdida en la primera película de Indiana Jones, la piedra filosofal de Harry Potter o la venganza que compele a actuar a Gladiator o a muchos otros personajes de ficción.
Pues bien, cuál se supone que es el Macguffin del libro que estoy leyendo: la mordedura de un gato, que ocurre al principio de la novela y nos acompaña, para mi desgracia, a lo largo de todo el libro, o eso parece, porque todavía no lo he terminado.
Aunque el recurso argumental existía de siempre, parece que el término lo acuñó, y lo usó mucho, Alfred Hitchcock, quien afirmó que "en historias de rufianes siempre es un collar y en historias de espías siempre son los documentos".
Por tanto, el Macguffin no resulta terriblemente relevante porque los personajes pueden buscar documentos, un arca perdida, una piedra filosofal o, en el libro que me leo, a la protagonista le podría haber mordido un perro en lugar de un gato, que la historia no variaría mucho o nada. Y para mí, me temo que seguiría siendo igual de aburrida que con el mordisco del pobre minino callejero al que no auguro buen fin visto lo visto, o leído lo leído.

sábado, marzo 21, 2020

"La intermitencia", de Andrea Camilleri. El décimo del 2020.

Después de leer "Pandemia" en mitad de una pandemia me apetecía volver a terreno conocido y tranquilo, y leer a Camilleri es como volver a casa (aunque estos días, menos en casa, apetezca estar en cualquier otro lado).
Esta obra, que me he leído de una sentada porque no es muy larga y porque no me apetecía hacer otra cosa, resulta un poco atípica pero tampoco puede decirse que Camilleri, fuera de sus Montalbano, sea previsible. Escribió (todavía me cuesta hablar de él en pasado) casi de cualquier cosa, tocando todos los palillos y estilos y haciéndolo todo bien. Siempre logra sorprenderme.
La historia gira alrededor de una trama empresarial en la que el director general de una empresa, con una ética digamos que poco fina, pretende hacerse con otra, quedándose entre los dedos una buena tajada, aprovechando la crisis, la mala situación económica de la pequeña empresa que pretende absorber y el hecho de que su propietario tiene ya una edad y no concibe que le estén engañando.
Para Mauro de Blasi, que así se llama el director general, se trata de negocios y se considera un ganador. Tiene una mujer estupenda, aunque tirando a simple, pero no le hace ascos a ninguna otra, considerándose con derecho a acceder a toda la que se le ponga a mano.
En este libro de Camilleri hay un poco más sexo del habitual y casi nada de amor. Los hombres de la novela consideran a las mujeres como meros objetos de su placer o como conquistas, asumiéndolas como parte de su éxito en los negocios, o como medios para obtener un fin. La secretaria engañada por un gigoló, la mujer del jefe enamorada del subdirector de personal que sólo la quiere para lo que la quiere... todas deben estar accesibles mientras ellos quieran; eso sí, sin ninguna responsabilidad ni consecuencia no deseada.
Para las mujeres de la historia, y sobre todo para la que más conocemos en la novela, que es la esposa de Mauro, el cuento funciona de otra forma, ya que cuando quiere mostrar sus afectos, sacar a la luz sus intenciones para no seguir llevando una doble vida, la violencia explícita de ellos no tiene problemas en aplicarse de forma severa, sin que quienes la ejercen se crean culpables de nada, sino muy al contrario legitimados para ejercerla sin pudor como castigo a sus culpas (ellos no pecan), o por lo menos justificando su ejercicio, para luego pretender que ella olvide con un simple "perdóname, no se qué me ha pasado, yo nunca he pegado a una mujer en mi vida", e incluso queriendo tener relaciones después. Claro que la venganza que sigue a la ofensa se ejerce muy a la italiana.
El título de la novela puede venir por dos sitios, porque he leído que se relaciona con los a modo de ictus que le dan al director general de la empresa, que lo dejan en stand by durante algunos momentos importantes, pero yo veo más claro que tenga que ver con la referencia explícita a "la intermitencia" que realiza el subdirector cuando se da cuenta de que lo que para él es un mero escarceo sexual puede acarrearle la pérdida de su empleo y dejarle sin su prometedora carrera en la empresa. Propone entonces que ella considere su situación como una intermitencia, como un impasse en la vida con su marido, un entre el antes con él y el después de su affaire, porque desde luego lo que no desea es ningún compromiso con ella.
El siempre incisivo y crítico Camilleri nos lleva a ritmo de thriller a lo largo de esta historia en la que pocos personajes parecen merecer su respeto, ni el nuestro, salvo quizás el anciano engañado, ajustando cuentas a su antojo y repartiendo justicia (o no tan justa, a veces) de manera expeditiva, hasta el inesperado y abrupto final.

viernes, marzo 20, 2020

El noveno de 2020: "Pandemia", de Franck Thilliez.

Lectura poco apropiada donde las haya para tiempos de coronavirus, pero prometo que lo estaba leyendo antes del boom en nuestro país y lo tenía pendiente casi desde que salió en 2017. Pero, como el último de Thilliez que me había leído no me había cuadrado del todo, decidí posponerlo y, mira por dónde, fui a acertar en mitad del medio del título de la novela, viviendo una pesadilla que nunca pensé que viviría. Bueno, ni yo ni nadie.
Y es que, además del título, resulta que la trama comienza con una gripe sin vacuna que se extiende sin aparente freno. No comienza en China sino en Francia y se inicia con tres cisnes cuyos cadáveres aparecen en un estanque del norte de Francia, seguidos de la muerte de muchas aves que extienden la enfermedad por Europa en su migración, para comenzar después en humanos que empiezan a padecer una enfermedad mezcla de la gripe de las aves, de la de los cerdos y de la gripe estacional humana.
Tal como empezó nuestra pandemia actual, la enfermedad no parece tener una morbilidad muy alta, pero se transmite rapidísimo.
Pero, a diferencia del coronavirus (o igual, vete a saber) la gripe tiene culpables ya que la propagación del virus es resultado de un acto criminal concreto. El primer foco en humanos parte de una contaminación intencionada en el Palacio de Justicia de París, justo al lado de la sede de la Policía, en el 36 de Quai des Orfèvres, así que las fuerzas de seguridad están entre los primeros afectados por la enfermedad que va diezmando sus filas, lo que dificulta la investigación.
Además de Frank Sharko, el policía estrella de Thilliez, en el libro alcanza especial protagonismo una investigadora del Instituto Pasteur, Amandine Guérin, que lleva la cabeza totalmente rapada y, para estar acostumbrada a los virus, no se quita la mascarilla desde la primera página, con lo que genera recelos a su alrededor, sobre todo porque la población en general está a velas.
Pese a la gravedad de los pronósticos de la extensión de la enfermedad y el crecimiento de casos, nadie dice nada a la ciudadanía que sigue pensando que tiene una gripe normal (de qué me sonará). Y es que la pobre Amandine no sólo se protege a si misma, sino que tiene al marido, que en su día también fue un superexperto en viruses, entre cristales blindados en casa con problemas inmunológicos tan graves que no le puede dar ni el aire.
La investigación comienza con las dos parejas de policías del libro anterior al completo, pero a la primera de cambio la pareja de Sharko coge la gripe, que ya me tiene un poco harta Thilliez dejando fuera de juego a Lucie Henebelle, que es más lista que su marido hasta el infinito y más allá y le quita no sólo protagonismo sino que la mete en la cama y no aparece apenas. Y Camille, la mujer de la otra pareja, tampoco tiene mucho protagonismo al principio, ya que está convaleciente del trasplante de corazón que le hicieron en "Latidos", la novela anterior, y deja de tener protagonismo del todo por circunstancias que no puedo descubrir, con lo que cede el protagonismo a su marido Nicolás.
Con ello, quienes se dedican a la investigación policial son Franck Sharko y Nicolas Bellenger y a la investigación científica el Instituto Pasteur y Amandine Guérin, aunque ésta se dedica también a investigar personalmente en plan domestic noir, que si no es por ella los polis no dan con el quid del caso.
Visto lo visto en la realidad, que se las sigue arreglando estupendamente para mejorar a la ficción, resulta que la novela no me ha acabado de convencer. Thilliez ha intentado, como en otras obras, quitarme el sueño, pero por poco acabo ésta, que me que me quedaba roque cada vez que me ponía con ella.
Demasiados temas dispersos, personajes simples, trama dispersa, con coincidencias sorpresivas,... no acaban redondeando la trama sino al contrario. Y sin decir nada a nadie, sin intervención del Gobierno en un tema tan grave y con tanto potencial destructor, que la cosa no se queda en la gripe, y sólo se ocupan los policías y el laboratorio sin que trascienda en la novela la repercusión social o el impacto de la enfermedad. No, no me ha convencido. Que provoca bastante más miedo nuestra realidad que una novela pretendiendo causarlo. 
Y encima el descubrimiento de los culpables es casi casual, sin demasiada investigación avanzada. Pero es que el final es de pena, pena, con culpables malos-malísimos que juntan tramas de varios libros anteriores sin grandes explicaciones y resolviendo el The End de una forma absolutamente estúpida. 
Que no, que no Monsieur Thilliez, que como siga usted así el próximo libro no sólo lo pongo en cuarentena, como estamos por aquí, sino que lo despeño por la roca Tarpeya para que no se me ocurra comenzar a leerlo.

jueves, marzo 19, 2020

"Mirarse de frente", de Vivian Gornick. El octavo libro de 2020.

El primer libro que leí de esta autora me sorprendió y me gustó mucho, pero éste ya no ha parecido tan original porque es algo así como más de lo mismo, un mirarse la autora a su ombligo pero hacia atrás en el tiempo. Aunque sí que me ha parecido interesante su recorrido personal por distintas ideologías, movimientos y personajes del siglo XX.
Me llama la atención el mayor significado que tiene el título de la obra en inglés, "Approaching Eye Level", acercándose al nivel de los ojos, más parecido a "mirándose de cerca" que es lo que creo que hace la autora consigo misma: no parece ponerse frente a nadie, como en el dibujo de la portada, sino frente a sí misma. Y no precisamente para ejercer autocrítica. Lo cual, bien pensado, tampoco está tan mal, que ya nos sobran criticas ajenas como para que encima nos pasemos con la autocrítica.
El libro se distribuye en capítulos que analizan distintas épocas de la juventud de la autora que pudieron suponer episodios relevantes para ella como experiencias vitales o, sobre todo, intelectuales.
Comienza con el capítulo que más me ha gustado por afinidad personal con alguna de sus afirmaciones: "Lo que significa para mí el feminismo". En él recuerda el impacto que supuso para ella conocer y entrevistar a mujeres relevantes del movimiento feminista en una época de ebullición, incorporándose al mismo "con fervor religioso", para acabar desinflándose al comprobar que lo que en principio pensó que sería una revolución liberadora no acaba suponiendo eso para ella. 
Yo suelo decir que tenemos tan arraigados los estereotipos y las implicaciones del hecho de ser mujer que nos han inculcado desde chiquitinas, que romper con ello supone sacarse algo que llevamos en las tripas, con las dificultades y el dolor que conlleva. Vivian utiliza una frase de Chejov que traslada a su experiencia feminista: "otros me hicieron esclavo, pero tengo que sacarme al esclavo que llevo dentro, gota a gota".
El segundo capítulo, "Los Catskills en el recuerdo", rememora la experiencia de su trabajo como camarera, mientras conseguía su licenciatura en el City College, en un circuito de hoteles y bungalows en los montes Catskills, conocidos como "el cinturón Borscht" o "los Alpes judíos" por ser lugar su destino principal de vacaciones en tiempos de antisemitismo en EE.UU. 
Trabajaba hasta el agotamiento en una actividad en la que afirma que sintiéndose tonta se volvió inepta y que fue ese tiempo, y no las tempranas enseñanzas socialistas de su padre, lo que la convirtieron en marxista. Aprovecha para repasar los distintos tipos de relaciones de las chicas que compartían trabajo con ella, desde la plena libertad sexual a la mojigatería, las escapadas nocturnas y la lucha por conseguir las propinas intentando "ascender" consiguiendo el mejor sitio en el comedor donde se sentaban los clientes más adinerados.
En "Homenaje", Vivian repasa su vida intelectual junto a Rhoda Munk, una feminista olvidada para la historia u oculta con nombre ficticio ya que no he conseguido averiguar casi nada en Internet que no sea lo que se recuerda en el libro que reseño, y con la que la autora se ilusionó muchísimo para acabar decepcionándose del todo cuanto comprueba que no es amiga intelectual suya en exclusividad sino que mantiene ese tipo de amistad con mucha más gente. Parece más un ataque de celos que otra cosa. La Gornick se cree más merecedora de la estimación de Rhoda que ninguna otra persona, sobre todo cuando espera que van a convivir unas vacaciones solas, leyendo e intercambiando opiniones inteligentes sobre el libro "Mujer y autoridad", que supuestamente Rhoda había publicado (digo supuestamente porque tampoco parece existir un libro con ese título) y sobre la nueva obra que no termina de arrancar, pero la cabaña donde están acaba pareciendo el metro en hora punta.
"Universidad: pequeños crímenes contra el alma", es el capítulo en el que Vivian se desespera porque necesita hablar y no encuentra a nadie a su altura. Dice que nada hace que se sienta más viva, y más en este mundo, que el sonido de su mente dándole a los engranajes en presencia de alguien que sea receptivo. Aunque a veces la comprendo, cuando parece que todo lo que encuentras para conversar son charlas de ascensor o gasolinera, pero lo que pasa es que parece que sólo habla ella y el resto tenga que decir Amén. 
También escribe sobre las relaciones de pareja.
En el siguiente capítulo, "Vivir sola", Vivian parece volver al principio, a la diatriba entre la independencia de vivir sola y la necesidad de tener pareja, con los conflictos que genera lo segundo y la soledad que acarrea lo primero.
El capítulo titulado "Escribir cartas", rememora la historia de un jefe que tuvo su madre y que le escribía cartas, solo para expresarse, sin ninguna otra intención, y la autora compara los tiempos en los que se escribían cartas, con la meditación y ejercicio de redacción, pensamiento y expresión, con los nuevos tiempos del teléfono, con la rapidez y el olvido, pues las cartas pueden releerse y no así las conversaciones. Y eso que como la obra, aunque publicada aquí el año pasado, es de 1996, no las compara con Internet ni había nacido WhatsApp.
El último capítulo se parece más a las otras dos obras de Gornick que había leído en las que habla paseando. Se llama "En la calle: nadie es espectador, todo el mundo actúa" y vuelve a hablar de si misma. Nadie está a su altura. Vuelve a salir a la calle, necesita calle y necesita hablar, necesita seguir sintiendo lo que ella llama "amistad neoyorquina" que para ella es "un aprendizaje en el arte de debatirse entre la devoción por la melancolía y la atracción por lo expresivo".
Relata contactos rápidos, frases escuchadas al cruzarse con la gente, meditaciones mientras camina... Y cuando llevas todo el libro pensando que se pasa la vida criticando Vivian Gornick te sorprende leyéndote la mente al decir "Demasiada crítica, tendrías que haberme conocido hace diez años". Para ella "la crítica es muy reconfortante".
Y ya está, que, después de la reseña, acabo de descubrir que, pese a lo que pensaba mientras lo leía, resulta que el libro me ha gustado más de lo que creía.