Hoy quiero rendir mi pequeño homenaje a unas mujeres valientes que siguen prestando uno de los servicios más importantes de nuestro pueblo, siempre, pero muy especialmente en estos días de confinamiento.
Me refiero a las mujeres que trabajan en el servicio de Ayuda a Domicilio y a las auxiliares de la Vivienda Tutelada de Quero.
Siempre he considerado, y sigo considerando, que realizan un trabajo impagable, y no tengo otra cosa que agradecimiento y buenas palabras para ellas sobre el tiempo en que mi madre fue beneficiaria del servicio. Pero estos días, además de su profesionalidad fuera de toda duda, quiero destacar su valentía.
Trabajan ayudando a las personas que más riesgo tienen frente al maldito virus que nos ha caído encima, atienden a las personas más indefensas, que necesitan, ahora más si cabe, más cuidados, mayor vigilancia y más afecto que los demás. Sí, afecto, porque esas mujeres no sólo desempeñan sus funciones con eficacia, sino que acompañan su día a día con una sonrisa y con cariño hacia las personas a las que atienden, aunque a veces ni siquiera puedan responder a sus atenciones por su estado de salud.
Se desplazan de casa en casa, o trabajan en la vivienda tutelada, y cuando el resto de las personas nos hemos visto obligadas a dejar apartada nuestra actividad laboral o profesional, ellas siguen trabajando manteniendo en pie la prestación del Servicio de Ayuda a Domicilio, como actividad esencial para quienes no cuentan con apoyo familiar o no pueden prescindir de la ayuda sin generar situaciones de desprotección.
Además de de su trabajo diario, que deben realizar con especial cuidado y precaución por el riesgo de contagio, su función resulta ahora más importante para mantener a nuestros mayores en sus domicilios con las prevenciones, higiene, seguridad y acompañamiento necesarios para que su aislamiento les permita estar más protegidos.
Los Servicios Sociales, con su Trabajadora Social al frente, mantienen su funcionamiento en Quero y todas las localidades de nuestro entorno atendiendo a los más desfavorecidos y vulnerables y, en el caso de nuestro pueblo, esos servicios se sostienen con el trabajo de unas mujeres cuya entrega diaria puede pasar a veces desapercibida, pero a las que hoy rindo mi modesto homenaje.
Muchísimas gracias. Y cuidaros mucho.
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