Lectura poco apropiada donde las haya para tiempos de coronavirus, pero prometo que lo estaba leyendo antes del boom en nuestro país y lo tenía pendiente casi desde que salió en 2017. Pero, como el último de Thilliez que me había leído no me había cuadrado del todo, decidí posponerlo y, mira por dónde, fui a acertar en mitad del medio del título de la novela, viviendo una pesadilla que nunca pensé que viviría. Bueno, ni yo ni nadie.
Y es que, además del título, resulta que la trama comienza con una gripe sin vacuna que se extiende sin aparente freno. No comienza en China sino en Francia y se inicia con tres cisnes cuyos cadáveres aparecen en un estanque del norte de Francia, seguidos de la muerte de muchas aves que extienden la enfermedad por Europa en su migración, para comenzar después en humanos que empiezan a padecer una enfermedad mezcla de la gripe de las aves, de la de los cerdos y de la gripe estacional humana.
Tal como empezó nuestra pandemia actual, la enfermedad no parece tener una morbilidad muy alta, pero se transmite rapidísimo.
Tal como empezó nuestra pandemia actual, la enfermedad no parece tener una morbilidad muy alta, pero se transmite rapidísimo.
Pero, a diferencia del coronavirus (o igual, vete a saber) la gripe tiene culpables ya que la propagación del virus es resultado de un acto criminal concreto. El primer foco en humanos parte de una contaminación intencionada en el Palacio de Justicia de París, justo al lado de la sede de la Policía, en el 36 de Quai des Orfèvres, así que las fuerzas de seguridad están entre los primeros afectados por la enfermedad que va diezmando sus filas, lo que dificulta la investigación.
Además de Frank Sharko, el policía estrella de Thilliez, en el libro alcanza especial protagonismo una investigadora del Instituto Pasteur, Amandine Guérin, que lleva la cabeza totalmente rapada y, para estar acostumbrada a los virus, no se quita la mascarilla desde la primera página, con lo que genera recelos a su alrededor, sobre todo porque la población en general está a velas.
Pese a la gravedad de los pronósticos de la extensión de la enfermedad y el crecimiento de casos, nadie dice nada a la ciudadanía que sigue pensando que tiene una gripe normal (de qué me sonará). Y es que la pobre Amandine no sólo se protege a si misma, sino que tiene al marido, que en su día también fue un superexperto en viruses, entre cristales blindados en casa con problemas inmunológicos tan graves que no le puede dar ni el aire.
Pese a la gravedad de los pronósticos de la extensión de la enfermedad y el crecimiento de casos, nadie dice nada a la ciudadanía que sigue pensando que tiene una gripe normal (de qué me sonará). Y es que la pobre Amandine no sólo se protege a si misma, sino que tiene al marido, que en su día también fue un superexperto en viruses, entre cristales blindados en casa con problemas inmunológicos tan graves que no le puede dar ni el aire.
La investigación comienza con las dos parejas de policías del libro anterior al completo, pero a la primera de cambio la pareja de Sharko coge la gripe, que ya me tiene un poco harta Thilliez dejando fuera de juego a Lucie Henebelle, que es más lista que su marido hasta el infinito y más allá y le quita no sólo protagonismo sino que la mete en la cama y no aparece apenas. Y Camille, la mujer de la otra pareja, tampoco tiene mucho protagonismo al principio, ya que está convaleciente del trasplante de corazón que le hicieron en "Latidos", la novela anterior, y deja de tener protagonismo del todo por circunstancias que no puedo descubrir, con lo que cede el protagonismo a su marido Nicolás.
Con ello, quienes se dedican a la investigación policial son Franck Sharko y Nicolas Bellenger y a la investigación científica el Instituto Pasteur y Amandine Guérin, aunque ésta se dedica también a investigar personalmente en plan domestic noir, que si no es por ella los polis no dan con el quid del caso.
Visto lo visto en la realidad, que se las sigue arreglando estupendamente para mejorar a la ficción, resulta que la novela no me ha acabado de convencer. Thilliez ha intentado, como en otras obras, quitarme el sueño, pero por poco acabo ésta, que me que me quedaba roque cada vez que me ponía con ella.
Demasiados temas dispersos, personajes simples, trama dispersa, con coincidencias sorpresivas,... no acaban redondeando la trama sino al contrario. Y sin decir nada a nadie, sin intervención del Gobierno en un tema tan grave y con tanto potencial destructor, que la cosa no se queda en la gripe, y sólo se ocupan los policías y el laboratorio sin que trascienda en la novela la repercusión social o el impacto de la enfermedad. No, no me ha convencido. Que provoca bastante más miedo nuestra realidad que una novela pretendiendo causarlo.
Y encima el descubrimiento de los culpables es casi casual, sin demasiada investigación avanzada. Pero es que el final es de pena, pena, con culpables malos-malísimos que juntan tramas de varios libros anteriores sin grandes explicaciones y resolviendo el The End de una forma absolutamente estúpida.
Que no, que no Monsieur Thilliez, que como siga usted así el próximo libro no sólo lo pongo en cuarentena, como estamos por aquí, sino que lo despeño por la roca Tarpeya para que no se me ocurra comenzar a leerlo.
Y encima el descubrimiento de los culpables es casi casual, sin demasiada investigación avanzada. Pero es que el final es de pena, pena, con culpables malos-malísimos que juntan tramas de varios libros anteriores sin grandes explicaciones y resolviendo el The End de una forma absolutamente estúpida.
Que no, que no Monsieur Thilliez, que como siga usted así el próximo libro no sólo lo pongo en cuarentena, como estamos por aquí, sino que lo despeño por la roca Tarpeya para que no se me ocurra comenzar a leerlo.
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