domingo, marzo 28, 2021

"Gema", de Milena Busquets. Pues sí hay 5º malo.

Hay libros cortos por los que merece la pena pagar el precio al que se venden porque comprimen en pocas páginas un mundo. No es el caso de éste, que me ha gustado todavía menos que "También esto pasará", de la misma autora.

Cuatro frases tirando a lapidarias repartidas en un relato anodino de una frívola traductora/autora que un día se acuerda de una antigua compañera de colegio que murió a los 15 años y de la que recuerda la última vez que cree haberla visto en el patio del recreo después de ingresar en el hospital por el cáncer que se la llevó a tan pronta edad. El principio del libro promete, pero se queda en eso, en una promesa, hasta que al final retoma como por los pelos el principio. El resto, una tomadura de pelo.

Como en el anterior libro, la vida no parece nada complicada para la protagonista, aunque con dos hijos de diferentes padres, un novio guapo al que está a punto de dejar, y unas amigas que no se cómo lo siguen siendo con la forma que tiene de tratarlas, si el libro hubiera tenido un tono trágico igual habría colado más, pero vive como sin responsabilidad, en plan guay. Claro que parece tener un poder adquisitivo que se lo permite y una tendencia a no asumir responsabilidades que le compliquen la existencia. 

Hace como que "investiga" sobre su amiga y lo único que hace es preguntar a quienes también conocieron a la Gema del título y que tuvieron a bien tratarla más que ella, que en resumidas cuentas compartió sus primeros años en clase y al separarse en algún curso no tuvieron más contacto. Ni la visitó en el hospital, ni fue al entierro, ni se ha vuelto a acordar. No me ha gustado nada. Y lo que menos la forma de tratar a una de sus amigas a la que afea su apariencia y parece molestarle sobremanera que se ocupe de su madre, como si tuviera que estar a su disposición cuando la necesita. Claro que, visto el libro anterior, igual se siente un poco culpable ante alguien así.

Tanto bombo y buenas críticas me deberían haber hecho sospechar que los apellidos de la autora pesan más que su calidad literaria, pero, en fin, no todos los Bookish van a ser santo de mi devoción.

domingo, marzo 21, 2021

"Estado del malestar", de Nina Lykke. El 4º del 2021.

El título del libro contrasta con la nacionalidad de la autora, desconocida para mí hasta que Bookish me envió su novela en diciembre del año pasado. Nina Lykke es de Noruega, uno de los países famosos por su supuesto estado del bienestar.

El libro recibió uno de los grandes premios en su país y fue libro del año en 2019. Físicamente, como todos lo de Gatopardo, es una edición muy cuidada, un libro pequeñito de los que me gustan, con hojas blanditas y suaves, y la historia me ha llamado mucho la atención y tocado algunas fibras en estos tiempos deprimentes.

La protagonista, que lo es casi en exclusiva pues conocemos la historia a través de su relato en primera persona, es Elin, una médica de cabecera que nos traslada su estado de ánimo, su desesperada situación vital y poco a poco su trayectoria personal y profesional, mientras se refugia en la consulta en la que trabaja, sin atender al teléfono móvil y durmiendo en la camilla, manteniendo conversaciones, fuera de la atención a los pacientes, con el esqueleto que tiene enfrente al que llama Tore.

Elin estaba casada con otro médico, aparentemente un buen partido, una buena persona y, aparentemente, un buen marido. Tiene dos hijas que ya se han independizado o por lo menos están fuera, vive en una urbanización que en su día presumió de bohemia, situada frente a otra de "gente bien", un barrio de gente que se juntaba a comer o a beber, despreocupada y sin mucha atención por la limpieza y el orden, lo que obligaba a la ordenadísima Elin a descolocar el salón y poner cosas por el medio cuando venían los vecinos para no parecer un ama de casa obsesionada por la limpieza. Su madre, que la tuvo sin querer ya muy mayor (pensaba que era la menopausia), no se ocupaba nada del tema hogareño lo que hizo que Elin se ocupara de todo y seguía haciéndolo sin ayuda de su marido, que hacía lo que ella le pedía, pero "no salía nunca de él".

Al principio del relato no sabemos qué ha pasado para que Elin, al borde de un ataque de nervios, prácticamente viva en la consulta, comience a decirles las verdades a sus pacientes, con las consiguientes reclamaciones y hable con un esqueleto de plástico, que le da réplicas, se burla de ella, la contradice y le chincha para que espabile. Parece que se ha separado y regalado la casa a su marido, porque en un momento dado se reencontró con su primer novio y comenzaron una relación clandestina que salió a la luz desencadenando la complicada situación que ha acabado en la consulta.

Poco a poco vamos sabiendo cómo era la vida de Elin, cómo comienza a sentir hastío, como empieza a beber sin medida, a ver serie tras serie, cómo comienza su desencanto y qué la lleva a contestar un mensaje en una red social de su antiguo novio, también casado, al que su esposa, que lo amenaza a cada minuto con divorciarse si no hace lo que ella quiere, e iniciar una relación de espaldas a sus respectivos cónyuges.

Conocemos a Bjørn, el amante, muy atento con Elin y con la corresponsabilidad en las tareas domésticas; a Aksel, el marido, más preocupado de su afición al esquí que de su mujer, y los vamos comparando y les vamos dando vueltas para conocer sus aristas e ir entendiendo los porqués, virtudes y defectos que sólo se obvian cuando se complementan. Elin compagina a ambos hombres y comienza a ser feliz. Deja el alcohol, adelgaza y disfruta de la vida. Pero, la cosa no dura mucho hasta que estalla y pone a Elin en el brete de decidir qué quiere con su vida en su quinta década.

A la par que su vida familiar, vamos conociendo la actividad laboral, la sucesión de pacientes con dolencias reales o ficticias, que se creen con derecho a que el sistema sanitario atienda cada demanda de atención sanitaria que consideren oportuna y que quieren que les mande al especialista, aunque no proceda o les recete medicamentos que no necesitan porque lo han visto en Internet y si no presentan quejas. El paciente quiere tener siempre la razón, la tenga o no. Y con humor negro y frases críticas contra el sistema vamos avistando que en el estado del bienestar noruego también cuecen habas.

Elin se encuentra en crisis, en el estado de malestar que da título a la novela y analiza su pasado, que la ha llevado de esposa y madre perfecta a tirar por la borda todo, el por qué trabaja en atención primaria, por qué no quiso trabajar en el hospital como su marido para evitar el politiqueo de puestos entre el que no quería desenvolverse, el cansancio que las horas de atención a los pacientes le está provocando, la desidia que a veces le genera. Ello a la vez que cuenta anécdotas graciosas, impactantes o incluso escatológicas como la del paciente de las hemorroides que no se había lavado el trasero en días. Elin, que no se encuentra en su mejor momento personal, va perdiendo la paciencia profesional, realizando una sátira del sistema en el que trabaja y del mundo en el que ha vivido, hasta que comienza a serenarse y pararse a pensar qué va a hacer. Aunque la salida no acaba de cuadrarme, pero es su decisión.

Si el protagonista fuera un hombre, creo que esa crisis de los cincuenta no hubiera tenido las mismas consecuencias que para Elin.

Me ha gustado el libro, me parece muy bueno y la forma de describir a los hombres de su vida, aportando una visión poliédrica que, lejos de esas descripciones planas y fijas que aparecen en algunas obras, consigue que les veamos como hombres reales y que lo que al principio nos parece idílico vaya mostrando partes oscuras y lo que nos parecía insoportable se nos haga más pasable. Y algunas frases memorables y la crítica social muy desmitificadora del elogiado sistema de vida nórdico. He disfrutado con la lectura. Y con la música, que se me olvidaba: muy buena música la playlist que venía en la caja.

"Cluny Brown", de Margery Sharp (3ª del 2021).

Hay que reconocer que el libro es físicamente precioso. Una monería. Una edición cuidadísima, muy bien encuadernado, con un color del papel que acaricia los ojos y olor a libro de los de antes. Y no se si se lo debo a la editorial Hoja de Lata o a Bookish porque hasta traía entre sus páginas una ramita de flores secas.

Después de las dos frustrantes lecturas de principio de año, comencé a pensar que tal vez estaba poniendo pocas ganas en los libros y que, si seguía así, igual no me iba a gustar ninguno ya nunca jamás de los jamases; así que cogí éste con mente abierta y espíritu positivo, y no es que sea la novela del siglo (pasado, porque es de 1944 y la acción se desarrolla en 1938, cuando ya se huele la guerra), pero está entretenida. Un poquito infantil, me ha parecido, pero fresca. Y la protagonista, de traca.

Clover (Cluny) Brown es una chica que probablemente ahora no habría tenido nada de especial, pero que en la época de la novela podría parecer un poco rara y tal vez demasiado fresca, como así le parece en el libro a su tío, el Sr. Porritt, el fontanero de Londres que acogió a su sobrina al quedar huérfana. Le parecía que no encajaba, lo que para él podría significar que no se comportaba de la forma en que por su sexo, clase social y situación familiar y económica cabría esperar de una chica de su edad, de lo que para él supondría ser "normal", aunque a mí el que no me parece nada normal es precisamente él, un ser tan ordenado y cuadriculado, tan estirado y seco que no entiende a su sobrina ni sabe cómo tratarla. 

El Sr. Porritt se siente obligado a decidir por ella y no parece querer responsabilizarse de las consecuencias de tenerla bajo su tutela, así escandalizado de que a ella se le ocurriera al Ritz a tomar el te y aprovechando que Cluny se pone en riesgo ante un cliente un poco viejo verde  cuya casa acude a reparar una avería, y en lugar de ponerle a él las pilas, decide que lo mejor para que su sobrina acepte el status que según él le corresponde, aprenda a comportarse y se aleje de los peligros de Londres, es ponerla a servir en una casa bien, quitándosela así del medio.

A partir de la entrada de Cluny en el servicio de Friars Carmel, una especie de Downton Abby en chiquitín, nos paseamos por la campiña inglesa, siguiendo las correrías de la chica desde la mansión en la que trabaja a la de otro señor local que tiene un perro que la vuelve loca, porque ella no puede tener un perro y vamos conociendo a los habitantes y visitantes de Friars Carmel, estereotipos de los que la autora parece burlarse, desde la dueña, obsesionada por la jardinería, su marido un poco apático pero que ha sabido mantener la casa en funcionamiento y ahora teme que su hijo, más apático y menos dado a la vida campestre, no siga sus pasos pues le gusta más Londres que el campo y quiere enrolarse porque espera que pronto haya guerra. En la casa, además, vive un refugiado checo al que todo el mundo considera un escritor famoso perseguido por los nazis, aunque él mismo reconoce no serlo tanto.

Poco a poco vamos conociendo al personal de la casa y al vecindario, en especial al boticario con el que Cluny traba amistad que poco a poco, sin ella quererlo se va convirtiendo en una obligación y que vuelve a querer encasillar a la chica en un mundo que tampoco parece desear. Ella es más fresca y libre que todo lo rancio que la rodea.

El libro, en un tono lírico y aparentemente poco profundo, toca temas muy importantes como los roles sociales, de clase y de género, la sutil (o no tan sutil) represión que intenta que nadie se salga del lugar en el que ha nacido ni de su clase o situación, el nazismo, la tensión de la situación prebélica y la toma de partido, el afán de libertad, de escapar de las fronteras del mundo pequeño... Y un final inesperado que deja abierta la vida futura de Cluny Brown, que podrá ser buena o mal, según la queramos imaginar pero la que ella elija vivir, no la que le impongan.

El libro me ha gustado mucho. Muy original. 

Por cierto, que Ernst Lubitsch llevó el libro al cine dos años después de su publicación, con Jennifer Jones y Charles Boyer como protagonistas. La película tenía el mismo nombre que la novela, pero en castellano ya ponían la pulla al titularla "El pecado de Cluny Brown", porque además la historia cambia un poquito, y el párrafo estrella de la película ni siquiera aparece en el libro, aunque bien pudiera resumir su espíritu. Es el siguiente:

“Nadie puede decirte cuál es tu lugar. ¿Cuál es mi lugar? ¿Cuál es el lugar de cualquiera? Te voy a decir cuál es. Donde seas feliz, ese es tu lugar. Y la felicidad es un asunto puramente de ajuste personal a tu entorno. Tú eres el único juez. En Hyde Park, por ejemplo, a algunas personas les gusta darles nueces a las ardillas. Pero si te hace feliz darle ardillas a las nueces, ¿quién soy yo para decir, «nueces a las ardillas»?”