Mejor tomarse esta novela como un divertimento del autor al coger el relevo de la saga de la detective Sonia Ruiz que van haciendo avanzar diferentes escritores. Mejor tomársela en broma porque si no, no es que sea mala, es que es malísima.
Sonia ya tiene agencia de detectives abierta al público en la calle Carretas, pero sigue viviendo con su amigo Pau, del CNI, en tanto pueda mudarse a otro piso. Un amigo común, Luismi, ex-policía local expulsado del cuerpo que se dedicaba también a labores detectivescas freelance y sin dar de alta, aparece muerto cuando estaba envuelto en una investigación referida a un grupo de personas con cargos relevantes (un juez, un fiscal, un alcalde, el presidente de una Diputación, un comisario de policía y un alto cargo de la guardia civil, que no pongo los cargos en masculino por lo del masculino genérico sino porque todos son hombres).
Resulta que aparentemente se reúnen como inocentes integrantes de un club de lectura, pero el autor del primer libro que acaban de leer aparece muerto, supuestamente de manera accidental. Pero como su viuda no acababa de creerse lo del accidente del tráfico de su marido, había contratado a Luismi, quien aparece muerto en Torrejón de Ardoz, calcinado en su coche.
Sonia, que había tenido un rollo intermitente con Luismi, y Pau, que los presentó, comienzan a investigar por su cuenta, ya que la Policía no parece tener mucho interés en el caso y no sospecha que las muertes no sean otra cosa que accidentes, y una coincidencia el hecho de que ambos difuntos tuvieran algún tipo de relación con el club de lectura del chalet donde se organzan las reuniones, el del alcalde de Mataseña, localidad inventada que en la novela se ubica entre Pinto y Valdemoro.
Sonia, detective sin encargo profesional de nadie, y Pau, tirando de su carnet del CNI, como si el Centro Nacional de Inteligencia fuera el FBI y tuviera competencias de la investigación, comienzan a hurgar en las vidas de las personas que forman el club de lectura, contactando con la viuda del primer autor del libro (que era tan malo que alguno de los miembros del club había dejado caer que era "para matarlo), con la mujer del alcalde, ligerita de cascos, ella, y, como el alcalde no tiene mayordomo, pues con su ama de llaves.
Entre tanto vamos escuchando al juez hablando con el fiscal, al militar con el guardia y entre todos, dejando ver desde el principio que muy pinta de asesinos no tienen, aunque alguno tenga muchísimo morro para usar y abusar de los coches oficiales. Pero, como cualquier novela negra que se precie, por muy chapucera que sea, (y ésta lo es mucho), suele trampear al lector para hacerle pensar una cosa que luego no es, no dejamos de mirar de reojo a los miembros del club de lectura, si bien desde muy pronto las sospechas, (las mías, que no las de Sonia y Pau, que van despacio... no, lo siguiente), nos van llevando en otra dirección.
En fin, que una vez que se es consciente de que no puede tratarse de una novela seria (si lo es, que me perdone el autor, pero no me lo ha parecido) se disfruta de ella, sobre todo cuanto entra en acción el ama de llaves, lo mejor del libro.
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