Este es el quinto libro que el autor danés Jussi Adler-Olsen dedica a su personaje el subinspector Carl Morck y a su ya famoso Departamento Q. Este departamento se creó en el primer libro de la serie ("La mujer que arañaba las paredes") con la idea de investigar casos antiguos que la policía no había conseguido resolver.
Con un espíritu presupuestario nada nórdico, el Departamento A quería "pillar" una partida económica bastante alta dedicada a la idea para adecuar las instalaciones de los departamentos que investigaban casos nuevos y destina al nuevo Departamento Q únicamente al subinspector Carl Morck, a sabiendas de su carácter perezoso, relegándolo al sótano de la comisaría pensando que se limitará a dar un repaso a los casos antiguos antes de darles definitivo carpetazo.
En principio nuestro protagonista no tiene muchas ganas de sacar adelante el trabajo. Está convaleciente de un ataque en el que murió un compañero y otro quedó tetrapléjico, y del que en cierto modo se culpa, y recién salido también de un divorcio que le dejó un "hijo postizo" (el hijo de su exmujer) y la obligación de visitar a su exsuegra en la residencia en la que vive.
Al principio no tiene ni personal pero comienza a ayudarle en sus pesquisas Assad, un árabe encargado de las escobas en el sótano, con una inteligencia fuera de lo común que entre oración y oración y entre taza de te y taza de te, va convenciendo a Carl de que el trabajo puede funcionar.
Lejos de fracasar en el encargo, el Departamento Q, entre los efluvios de los potingues de Assad y el humo del tabaco que Carl no se corta de fumar, comienza unas exhaustivas investigaciones que repasan el trabajo que ya realizaron otros policías y cubren los huecos que dejaron en las mismas hasta resolver varios casos importantes que suponen que el departamento siga adelante y las instalaciones se hagan algo más habitables, aunque a Carl no le interesan ni un hipotético ascenso en su carrera ni abandonar su sótano donde se siente independiente y pude echar alguna que otra cabezadita.
En el tercer libro aparece Rose, una especie de secretaria con doble personalidad, una estrambótica forma de vestir y el pelo cada día de un color, pero que pese a los choques que su forma de ser provoca, poco a poco se va convirtiendo en otro miembro insustituible del departamento Q. Tres personalidades muy diferentes y bastante raritas que comparten un humor negro que es uno de los alicientes de las historias y que van realizando un encomiable trabajo policial, muy "a su bola" eso sí, que acaba sacando a la luz qué paso en cada desaparición o asesinato y quienes fueron los culpables.
En este quinto libro aparece Gordon, un policía bastante patoso y al que Carl no traga que parece nacido para poner zancadillas al caso, además de tener algún que otro affaire con Rose en el despacho. Assad, como siempre intenta que haya entendimiento entre todos aunque cada uno tenga una personalidad muy diferente al resto.
Pero si queréis familiarizaros con el Departamento Q os recomiendo comenzar por el primer libro porque este último tal vez sea el que menos protagonismo da a los personajes del mismo. El verdadero protagonista es Marcus, un adolescente que vive en una especie de patio de Monipodio dedicado al pillaje y a la delincuencia en Copenhague bajo la férrea dirección de Zola, que maneja a su antojo a un grupo de menores a los que ha convencido de ser gitanos, dedicados a la mendicidad y a la rapiña, y a los que no duda en mutilar para que con sus incapacidades le resulten más fructíferos como mendigos.
Marcus, que pese a su vida y origen destaca por su inteligencia, su capacidad para aprender idiomas y su amor a la lectura, comienza a desear otro tipo de vida y a poner en duda el liderazgo de Zola siendo así que, cuando tras un enfrentamiento con él, escucha a éste decir a su propio padre que tiene intención de mutilarlo para que no pueda huir y le resulte más rentable, toma la decisión de marcharse descubriendo en su huida un cadáver que Zola y sus esbirros habían enterrado en una de sus otras actividades delictivas paralelas.
Como el famoso aleteo de la mariposa de la teoría del caos que provoca el tsunami al otro lado del mundo, el intento de cambio de vida de Marcus provoca un efecto dominó que va sacando a la luz las vergüenzas de un sistema corrupto de administración de los fondos de ayuda para África en el que están implicadas varias personas importantes y un banco. Todo ello acaba relacionando a Marcus con el Departamento Q, entre cuyos casos pendientes se encuentra la desaparición de la persona cuyo cadáver descubrió nuestro pequeño protagonista.
Rose encuentra un antiguo cartel en el que una niña buscaba a su padrastro y que había destapado Marcus al hacer sitio para pegar otro cartel y se percata que la persona buscada es la misma que ellos tienen en uno de sus casos empeñándose en priorizar su investigación pese a que su jefe no está mucho por la labor.
La mayor parte del libro relata la angustiosa huida de Marcus por las calles de la capital danesa. Lejos de poder reconstruir su vida (trabajaba, tenía un hogar y estaba ganando dinero) se ve obligado a esconderse porque le persiguen desde varios frentes.
Las persecuciones son trepidantes, que acaba una cansada de leer cómo corre Marcus como si le acompañara en sus carreras. Tras escapar de algunos de sus antiguos compañeros, es perseguido por antiguos niños soldados africanos y luego por gente del Este e incluso la policía a la que Zola intenta convencer de que el asesino es el niño. Marcus está a punto de abandonar (se repite su machacona idea de acabar bajo las ruedas de un camión) y parece que el Departamento Q no le va resultando de mucha ayuda hasta casi el final.
Es un libro muy entretenido, si bien me gustaría que intervinieran más los miembros del Departamento Q, aunque seguimos algún fracaso sentimental del subinspector y la mejora de la salud de Assad que quedó lesionado en el libro anterior. Pero para el verano es un libro "cuanto cabe".
De los anteriores libros ya se han hecho dos películas aunque no tienen mucho que ver con los libros. Se pueden ver, si os gusta el cine negro nórdico (con poca música, poca acción y pocos diálogos), pero no esperéis Hollywood. Además que siguen las historias como por los pelos y no respetan para nada la personalidad de los protagonistas. No hay humor, que es lo más atractivo de los libros y se echa de menos el ambiente del Departamento Q que tan bien reflejan.
No obstante, si os interesan, la primera película, que se ocuparía del primer libro ("La mujer que arañaba las paredes") y que no respeta ni el título, se llama "The Keeper of Lost Causes" (el guardián de las causas perdidas) y en castellano la han titulado "Misericordia" y la segunda, que iría sobre "Los chicos que cayeron en la trampa" se llama "The Absent One" y en castellano "Profanación". Pues eso, que cada uno adapta los libros como quiere y luego cada cual adapta los títulos como le da la real gana.