Hasta ahora los libros de Thilliez habían tenido la virtud de engancharme de principio a fin y la capacidad de provocarme pesadillas. Este último me ha provocado más sueño que pesadillas y me ha enganchado más bien poco. No se si porque no me gustan los juegos de rol, y éste parece uno, o simplemente porque me fastidia estar aguantando páginas y páginas pensando "¿a que va a ser que...?", "¿a que no hay tanto misterio y va a ser que...?" y después de tragarme todo el libro... sea lo que venía sospechando desde el principio y no precisamente debido a mis grandes dotes para resolver tramas intrincadas.
En fin, el libro se llama como el juego en el que se embarcan ocho personas (que iban a ser nueve) entre las que están nuestro protagonista, Ilan, hijo de dos grandes científicos que fallecieron en extrañas circunstancias y cuya muerte le obsesiona, y Chloé, una ex, que a ratos no parece tan ex. Ambos parecen haber estado muy enganchados a los juegos de rol y pese a que Ilan vive de manera anodina tras haber sido abandonado por Chloé e intentando soportar el mono de juegos, la chica reaparece y le convence para participar en Paranoia, un reto en el que pueden ganar un sustancioso premio económico. Reticente al principio, se acaba embarcando con ella en una experiencia que se desarrolla en el edificio abandonado del antiguo hospital psiquiátrico de Swanessong, situado en medio de ningún sitio en una zona montañosa aislada tanto por el lugar donde se encuentra como por la eterna tormenta de nieve que dura todo el libro. Un lugar encantador para jugar, vamos.
El juego no es virtual pero me recuerda a esos juegos de ordenador en los que el protagonista tiene que ir buscando y recogiendo objetos, claves o instrucciones en distintas habitaciones para poder usarlos más adelante y que si por ejemplo no coges un martillo en la habitación 2 luego no puedes darle al clavo que ajusta la ventana de la habitación 22 y entra el oso y te come provocando el game over. Pues en el libro los concursantes están encerrados en el psiquiátrico con planta de murciélago donde deben deambular cumpliendo los objetivos que reciben al principio y recogiendo llaves que les abrirán puertas o secciones del hospital y cisnes negros que subirán la recompensa final hasta supuestamente ganar el premio. Se les advierte que aunque les parezca real no deja de ser un juego con lo que no deben creer todo lo que vean pero que, no obstante lo cual, alguien va a morir.
Los concursantes, que tienen habitaciones individuales y deben ir vestidos como médicos o como pacientes según la ropa que tienen en sus armarios, son bastante variopintos y, aunque en teoría todos deberían estar contra todos, comen juntos, se duchan en el mismo lugar e incluso tienen relaciones sexuales entre ellos.
Ilan, que parece ya de por sí bastante paranoico sin necesidad de juego, sospecha de todo el mundo y cree que le están inyectando algo que le genera sueños que luego parecen cumplirse y que juegan con sus recuerdos quitándoselos o añadiéndoselos. Se siente perseguido, electrocutado y agredido mientras el resto de los concursantes no percibe lo que él cuenta.
Todos deambulan sin mucho criterio por los pasillos y habitaciones recogiendo llaves y visitando zonas del hospital, unas más terribles que otras: la zona de los electrosocks, de las lobotomías, las bañeras... que no tenéis más que poner en Google "hospital psiquiátrico abandonado" y ya os hacéis a la idea.
No parece haber reglas claras para las búsquedas y trayectorias que siguen los participantes en el juego, quienes en principio están siendo observados por los supuestos organizadores que a modo de Gran Hermano controlan su vida, pero comienzan los muertos y la cosa se complica porque nadie parece ya dirigir el cotarro, mientras la situación se va tornando desesperada, sigue nevando y a modo de los diez negritos de Ágatha Christie, los concursantes cada vez van siendo menos mientras sobrevuela la trama la figura de Lucas Chardon, un antiguo paciente que conocemos al principio del libro. Y no os cuento nada más porque tampoco la trama aguanta pistas, que ya da bastantes el autor como para saber cómo acabará la cosa.
No se si a los amantes de los juegos que se pasen la vida con la Play o el ordenador les parecerá ameno y emocionante pero debo reconocer que a mi no me lo ha parecido y para ser un juego lo veo un poco falto de dinamismo. Pero claro que reconozco que no me han llamado nunca la atención los juegos de rol, que trajo una vez mi hermano uno, que por la presencia omnipresente de la nieve me lo ha recordado el libro, y me estuvo dando la tabarra una temporada sobre los enigmas, pistas y pruebas del juego hasta que acabé buscando en Internet una web friki donde facilitaban las soluciones y se las pasé para que lo acabará de una vez. Y creo que me pareció más interesante que el libro, aunque por ser constructiva debo decir que me ha hecho meditar sobre las barbaridades que se han cometido con los enfermos mentales a lo largo de la historia. que me va a dar cierta cosa la próxima vez que me toque electroencefalograma y voy a mirar los cables con detenimiento por si las moscas.