sábado, agosto 25, 2018

Trigésimo tercer libro 2018: "La nieta del señor Linh", de Philippe Claudel.

"Un anciano en la popa de un barco. En los brazos sostiene una maleta ligera y a una criatura, todavía más ligera. El anciano se llama Linh. Es el único que lo sabe, porque el resto de las personas que lo sabían están muertas".
El señor Linh, cuya edad no llegamos a conocer pero imaginamos viejo, desembarca en un país que tampoco sabemos cuál es. Ha tendido que huir de su patria, cuyo nombre tampoco se nos dice pero que por las pistas puede ser Camboya o Vietnam, lo que coloca al señor Linh, dependiendo de qué guerra huya en Francia o en Estados Unidos (por lo que luego acaba contando otro personaje). Aunque en el fondo da igual la guerra de la que huya, el país que abandona y el lugar al que llega porque la historia que cuenta es universal y los temas que toca sirven para cualquier conflicto: pérdida trágica de la familia y amigos, destrucción del lugar de nacimiento, miedo a lo desconocido, soledad, desarraigo, incomunicación, incomprensión... pero todos estos temas tratados en una trama que lo que prima en medio de tanta desesperación es la ternura del personaje del señor Linh que llega a un país que no conoce, cuya lengua no entiende, en medio de personas que parece que siempre se burlan o se ríen de él, y lucha día a día por seguir adelante por su nieta a la que canta siempre la misma canción, en medio de un mundo hostil en el que se encuentra a otra alma gemela en el cuerpo grande del señor Bark con el que se sienta en el banco y traban una amistad sin ni siquiera comprender qué se dicen, ya que el señor Bark piensa que la palabra Tao-lai (buenos días en el idioma del señor Linh) con la que le saluda es su nombre y el señor Linh, un poco extrañado de que su nuevo amigo le esté dando continuamente los buenos días, decide aprender también la expresión en el idioma del nuevo país, siendo lo único que se entienden y mal en el caso del señor Bark.
A su llegada al nuevo país el señor Linh vive en una especie de casa de acogida desde la que va poco a poco aventurándose a conocer su nuevo mundo y, cuando conoce al señor Bark, salen juntos a veces pero la historia no evoluciona de forma demasiado feliz para ninguno de los personajes porque todo parece ponerse en contra del pobre hombre que no entiende qué hacen con él y dónde lo llevan ni que su única preocupación sea su nieta a la que llama Sang Diu ("Mañana Dulce").
No os cuento más que os descubro lo mejor y tenéis que llegar al final, pero ni se os ocurra buscar información del libro en Internet, que hay gente "mu tonta" y destripa la sorpresa en la primera línea de algunos comentarios. Leed y dejaos llevar, pero por favor leed este librito y os enamoraréis del señor Linh y de "su nieta" e incluso del pobre señor Bark que también carga sus tragedias a cuestas.
Es el segundo libro que leo de este autor en poco tiempo y también me ha gustado, así que seguiré investigando títulos.

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