No es el mejor Camilleri que he leído, pero tiene su aquél... y su maravillosa forma de meterte en la historia, que en este caso afecta no tanto a personas como a una moneda antigua cuyas peripecias de mano en mano parecen llevarnos a la conclusión de que no quiere quedarse con ninguno de sus poseedores temporales porque, un poco como la "farsa monea", ninguno se la "quea".
Es un libro corto que comienza con una cruenta matanza en una batalla cualquiera ocurrida en la isla de Sicilia en la antigüedad, concretamente en Agrigento, conocida en la época como Acagras. Bueno, no tanto una batalla cualquiera porque el autor nos pormenoriza el lugar, los contendientes y las causas y consecuencias de la contienda.
La moneda inicia su andadura como parte de la soldada de un soldado muerto que un superviviente arrebata al cadáver para tenerla también poco tiempo en su poder pues le sobrevive sólo unos días para morir después arrojando las monedas de las que forma parte nuestra protagonista al aire.
Pasados los siglos, un trabajador encuentra la moneda y decide regalársela al médico que un día le salvó la pierna y que sabe aficionado a la numismática, pero, salvo el generoso labrador, cuantos ponen los ojos o manos en la moneda no lo hacen con buen fin sino con ambición "non sancta", lo que provoca enredos, peleas y hasta muerte.
La historia hace meditar sobre la envidia y la avaricia de los hombres (en general como humanidad y en particular como género, porque sólo los hombres del relato parece ambicionar la tenencia de la moneda), en el valor relativo del dinero o las monedas en este caso, tanto como objeto de colección como en su vertiente venal, en lo efímero de la vida humana y el sinsentido de determinadas ambiciones.
Como cada Camilleri está muy bien escrito y nos absorbe desde la primera página. Resulta muy entretenido.
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