Si alguna vez habéis trabajado en una oficina de cualquier administración este libro os resultará familiar en algunos aspectos, pese a lo inquietante y aparentemente irreal que pueda parecer la propuesta.
Me ha gustado bastante y me ha hecho pensar sobre ciertas cuestiones que pueden afectar a las personas que trabajan con otras en el ambiente cerrado y demasiado estructurado a veces de una organización.
Björn comienza a prestar sus servicios en un nuevo empleo, en un departamento de una organización que no acabamos de saber a qué se dedica pero que esencialmente tramita papeleo y trabaja con dossieres y memorándums. Este nuevo desempeño no le supone mejoras económicas aparentes, pero espera ascender pronto y alcanzar grandes logros para lo que se autoimpone un horario más exigente que el del resto, con periodos de trabajo y descanso muy tasados y llevándose incluso trabajo a casa para alcanzar pronto el nivel y superarlo. Al principio el protagonista, que nos relata su propia historia, parece un poco demasiado engreído y bastante trepa, si bien poco a poco le vamos viendo ciertas características extrañas que chocan con el personal con el que comparte espacio.
Björn se siente un poco desplazado pero a la vez rechaza consejos de algún compañero porque parece sentirse muy por encima de la media, aunque si nos atenemos a las opiniones del jefe parece que estamos ante un
empleado que ocupa plaza de persona con alguna discapacidad, pese a que su
excelencia en el trabajo puede desmentir también la idea. Como vamos conociendo sus más íntimos anhelos laborales y sus ideas con respecto a los demás, la verdad es que su comportamiento me pareció un poco Asperger, el de un tipo un poco extraño, en una oficina que estaba organizada o desorganizada de una forma aparentemente inamovible contra la que desde el principio choca por su forma de trabajar en piloto automático y sus requerimientos de orden y organización casi patológicos que pueden resultar inexplicables y a veces insufribles para el resto.
Un día descubre una habitación a la que entra por equivocación y que poco a poco va focalizando su atención hasta convertirla en un lugar privado donde desarrolla todo su potencial intelectual que luego revierte en la organización aportando propuestas nuevas y redactando la documentación en una forma que gusta a la jefatura y que nadie había conseguido lograr lo que parece que puede evitar el cierre que desde hace tiempo amenaza al departamento. Pero, hay un pequeño gran problema: la habitación sólo parece verla Björn, e incluso él mismo no comprende cómo puede existir ya que midiendo la oficina tampoco le cuadran los metros.
La forma de ser de Björn rápidamente ocasiona críticas y recelos entre el resto del personal que lo ponen en conocimiento de un jefe bastante poco resolutivo que pretende resolver todo con reuniones y más reuniones, algunas al borde del esperpento, y votaciones que no solucionan nada hasta que la Dirección impone su criterio.
La situación se vuelve cada vez más extraña y como la percibimos desde el cerebro de Björn no acabamos de ver si padece algún tipo de psicopatía que le hace ver lo que no existe y crear situaciones que no han ocurrido o realmente se trata de la organización atacando al disidente intentando volverle loco porque esté o no en una habitación ficticia o real, es allí donde fuera del ambiente comunitario de la oficina, descansa, medita y desarrolla sus ideas para mostrarse luego más creativo y mejor profesional que el resto.
Como decía al principio, me ha gustado y, leyendo entre líneas o incluso en la propia lectura literal, son muchos los temas que pueden entresacarse: las aspiraciones iniciales al acceder al puesto, la recepción en la organización, la convivencia en el espacio de trabajo, los proyectos, la mala distribución de tareas, la desorganización, la duplicación de procedimientos, el papeleo por el papeleo, el presentismo como norma con independencia del resultado, la mala interacción con quienes nos han tocado en suerte, o desgracia, como compañeros y compañeras, los roces y piques, la frustración de las expectativas, la necesidad de un espacio silencioso o incluso privado para desarrollar el propio potencial (como la habitación del título), la inutilidad de algunas tareas, el desaprovechamiento de personas válidas, el peloteo, la jefatura mal dirigida, el cotilleo, los límites del grupo a quien destaca o resulta de algún modo original o no asume las costumbres o pautas preexistentes, el burnout... En fin, la vida administrativa misma.
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