domingo, septiembre 23, 2018

Trigésimo sexto libro 2018: "Oeste", de Carys Davies.

Como los americanos de los EE.UU. no tienen mucha historia ni grandes epopeyas de las que tirar, a cualquier cosa lo llaman fábula o leyenda. Fue lo que pensé cuando acabé de leer este Oeste hasta que comprobé que su autora había nacido en Gales. Pero como ha vivido mucho tiempo en Nueva York y también a los galeses les llevamos algunos siglos de adelanto, pues también sirve.
Como no quedaron muchos indios para contar su historia ni los que llegaron después dejaron de la época demasiado escrito, pues parece que a veces se tira de Hollywood para recrear ciertas historias, así que cuando alguien cuenta algo diferente, pues sorprende, así que imagino que es lo que ha pasado con este librito, que resulta fresco. Pero, de ahí a las frases de la faja que lo recubre... hay mucho trecho.
La novelita no está mal pero no deja de ser una especie de cuento largo que relata la historia de un tal John Cyrus Bellman que, tras la muerte de su esposa, decide seguir los pasos de la expedición que llevaron a cabo entre 1804 y 1806 Meriwether Lewis y William Clark, miembros del ejército americano, promovida por la Sociedad Filosófica Americana presidida entonces por Thomas Jefferson, el que fue presidente, pues tras la compra de la Luisiana se les despertó el afán colonizador hacia el Oeste y primero había que ver qué y, sobre todo quién, había por allí.
Pero el señor Bellman sigue la expedición porque cree a pie juntillas que si sigue más al oeste podrá encontrar vivos animales del tipo cuyos huesos encontraron los expedicionarios y que, por la descripción ,deberían ser nada más y nada menos que mamuts.
Pues eso, que la criatura no tiene otra cosa que hacer que dejar a su hija Bess, de diez años, y su explotación de mulas en manos de su hermana y partir hacia el oeste con la compañía de un indio bastante poco atractivo y que, aunque se oriente mejor, tampoco conocerá el terreno. Eso sí, le sale barato porque le paga con espejitos, botones, baratijas y ropa de su mujer.
Nos quedamos siguiendo la expedición con los planos que consulta en la biblioteca la niña, sufriendo con ella lo que no está escrito cada vez que un vecino con deshonestísimas intenciones se le acerca. Y a la vez que acompañamos al aficionado a explorador en su insensata travesía hacia el Oeste donde no creo cometer spoiler si os digo que no encuentra mamuts vivos y lo milagroso es que no se lo carguen a la primera de cambio. Bueno y que realicen todo el viaje sin que ni el indio aprenda una palabra de inglés ni Bellman ni una del idioma de su compañero de penas.
Está entretenido y es corto, así que se lee bien, pero tampoco me parece el libro del año.

viernes, septiembre 21, 2018

Trigésimo quinto libro 2018: "El cuento de la criada", de Margaret Atwood.

Igual si habéis visto la serie no debería recomendar el libro porque, aunque es su germen y la idea primigenia de la historia, al segundo capítulo de la serie ya casi habríais acabado el libro, así que no os iba a sorprender la historia y os habrías hecho spoiler a la primera de cambio porque en la novela de Atwood seguimos la historia que nos va contando Deffred (Offred, si la leéis en inglés) sin saber muchas cosas ni el porqué de la situación hasta que el epílogo las aclara y en la serie desde el principio tenemos las claves e incluso un nombre real para la protagonista que en el libro no se desvela. Pero en cualquier caso es un libro estupendo y que por lo menos las mujeres deberíamos leerlo todas para estar ojo avizor y oídos alerta. Y, claro, la serie aporta algo que en el libro, salvo unas láminas estupendas que nos dan la clave del vestuario de las mujeres, no aparece y debemos imaginar: la fabulosa fotografía y los espectaculares movimientos de cámara de la serie. Y que conste que sólo he visto dos capítulos.
La novela es de 1984 y da escalofríos porque refleja una distopía que no se aleja en el tiempo ni en el espacio como otras obra de ciencia ficción que proyectan temores que se realizan por lo menos a varias decenas de años después. 
El cuento de la criada se desarrolla en unos Estados Unidos sin cambios físicos pero en una situación de dictadura cuyo origen se gestó aprovechando el miedo a determinado atentados y a la amenaza terrorista (recuerdo, 1984 el libro) y cuyos efectos no afectan por igual a toda la población ya que, como en la mayoría de las dictaduras, son las mujeres quienes sufren en mayor grado los efectos, y de una forma terrorífica si lo medito desde mi condición de mujer: las mujeres han perdido todos sus derechos, pero absolutamente todos. No pueden salir solas, no pueden leer ni siquiera reconocer que saben hacerlo (en las tiendas los productos tienen dibujos con el precio, no el nombre), no tienen acceso a la educación e incluso las conversaciones se limitan a frases hechas. Una especie de país talibán pero con una ideología religiosa basada en partes del antiguo testamento y con una clasificación de las mujeres que ya vivían cuando se produjo el cambio en función de su capacidad para tener hijos, pero no precisamente para ocupar las que puedan tenerlos un puesto político importante sino para estar no sólo sometidas al varón en genérico sino resultar propiedad de uno en concreto (de ahí el "De" con el que comienzan sus nombres) con quien están obligadas a tener relaciones en una ceremonia degradante en la que también toma parte la esposa estéril del Comandante propietario.
Otras mujeres tienen otras funciones, todas están clasificadas por colores y ninguna tiene importancia en las tareas de relevancia, de poder o de mando. La represión es brutal, tanto política, como religiosa, de género... e incluso algunas mujeres que parece que tengan cierto grado de poder (las "tías" sólo lo tienen en relación a otras mujeres.
A lo largo de la obra seguimos los pensamientos de Defred que cuentan su vida y relatan algunos aspectos del pasado que nos van dando pistas de cómo percibió ella el cambio, la ruptura, la separación de su pareja y de su hija, sin que sepa si siguen vivos, y la privación drástica de derechos que creían que sería temporal y que ha devenido definitiva.
La historia es terrible y un aviso a navegantes para no cejar en el trabajo en pro de la igualdad. Muy, muy, pero que muy recomendable.

Trigésimo cuarto libro 2018: "La moneda de Akragas", de Andrea Camilleri.

No es el mejor Camilleri que he leído, pero tiene su aquél... y su maravillosa forma de meterte en la historia, que en este caso afecta no tanto a personas como a una moneda antigua cuyas peripecias de mano en mano parecen llevarnos a la conclusión de que no quiere quedarse con ninguno de sus poseedores temporales porque, un poco como la "farsa monea", ninguno se la "quea".
Es un libro corto que comienza con una cruenta matanza en una batalla cualquiera ocurrida en la isla de Sicilia en la antigüedad, concretamente en Agrigento, conocida en la época como Acagras. Bueno, no tanto una batalla cualquiera porque el autor nos pormenoriza el lugar, los contendientes y las causas y consecuencias de la contienda. 
La moneda inicia su andadura como parte de la soldada de un soldado muerto que un superviviente arrebata al cadáver para tenerla también poco tiempo en su poder pues le sobrevive sólo unos días para morir después arrojando las monedas de las que forma parte nuestra protagonista al aire.
Pasados los siglos, un trabajador encuentra la moneda y decide regalársela al médico que un día le salvó la pierna y que sabe aficionado a la numismática, pero, salvo el generoso labrador, cuantos ponen los ojos o manos en la moneda no lo hacen con buen fin sino con ambición "non sancta", lo que provoca enredos, peleas y hasta muerte.
La historia hace meditar sobre la envidia y la avaricia de los hombres (en general como humanidad y en particular como género, porque sólo los hombres del relato parece ambicionar la tenencia de la moneda), en el valor relativo del dinero o las monedas en este caso, tanto como objeto de colección como en su vertiente venal, en lo efímero de la vida humana y el sinsentido de determinadas ambiciones.
Como cada Camilleri está muy bien escrito y nos absorbe desde la primera página. Resulta muy entretenido.