miércoles, septiembre 16, 2020
"La víctima 2117" de Jussi Adler-Olsen. 27/2020.
domingo, septiembre 13, 2020
"La Nena", de Carmen Mola. El libro nº 26 que he leído este aciago año.
Después del aburrimiento del anterior, cualquier cosa me hubiera parecido frenética, pero es que los libros de Carmen Mola lo son. Te pueden gustar más o menos, pero lo que no se les puede negar es que animan a seguir leyendo compulsivamente hasta el final, aunque pienses que la trama está manida y que has visto setenta capítulos de series sobre asesinos en serie (valga la repetición) que resulten más creíbles. Entretiene unas horas y a otra cosa mariposa. ¿No es eso un bestseller? Al menos lo americanos lo son y los libros de Carmen Mola lo parecen; americanos, digo, porque bestseller no sólo lo parecen, sino que lo son porque con su tercera mosca (cada nueva novela tiene una más en su portada) ha seguido vendiendo ejemplares como churros.
En “La Nena” la Inspectora Elena Blanco ya no está en la Brigada de Análisis de Casos, ni siquiera en la Policía, sino que, al parecer, tras recuperarse de sus dos aventuras anteriores, ha seguido los consejos de su glamurosa madre y se ha animado a trabajar en la colecta de fondos para diferentes causas, hasta que, tras la desaparición de Chesca, que la sustituía temporalmente en el cargo, sus antiguos compañeros le piden ayuda.
El libro comienza con la precipitada boda de Valentina, una chica embarazada que trabajaba en un club de carretera y que hace solo quince días recibió la propuesta matrimonial del padre del que va a ser su marido prometiéndole sacarla del club y hacerse cargo del niño y de su vida si se casa con su hijo. Valentina acepta y su marido ni la toca pero poco a poco irá tomando conciencia de la casa donde se ha metido.
Paralelamente Chesca conoce en un bar a un atractivo hombre con el que se marcha pensando en un rollo de una noche pero que en lugar de eso la lleva directamente a un infierno.
Cuando sus compañeros son conscientes de que la desaparición de Chesca ha sido involuntaria emprende su búsqueda pidiendo incluso la ayuda de la que fue su jefa, Elena Blanco, que no tiene muchas ganas de acudir a la cita que le ha concertado su madre en Berlín con un posible donante para su causa.
Y es lo que más me fastidia últimamente en los thrillers y novelas negras, que la víctima es alguno de los investigadores, con algo en su pasado que vuelve para tener alguna tragedia a las espaldas que les persigue y que hace que la trama gire sobre ellos y no sobre la investigación de un delito cometido por terceros. Que ojo trágicos que tienen que ser todos. Aquí por lo menos no vuelve a ser Elena Blanco, pero sí otra del equipo.
Pues eso, trama veloz, una prosa que no es del otro jueves pero que total tampoco es lo que importa sino la carrera para evitar un desenlace fatal, preguntándote qué pinta el título en todo ello hasta que muy al final aparece. En fin, entretenida, pero de las que acabas la lectura y abur. Sin mucha raya.
"El mal de Corcira", de Lorenzo Silva. El 25/2020.
Cuidado que me caía bien Bevilacqua cuando era un guardia civil normalito que investigaba con empeño, y entre él y Virginia Chamorro se dedicaban a desfacer entuertos pateándose España durmiendo en cuarteles y comiendo de menú. Me resultaba familiar y me recordaba a muchos guardias concienzudos y trabajadores que he conocido a lo largo de mi carrera profesional.
Pero, de un tiempo a esta parte, me está pareciendo un pedante de mucho cuidado con citas textuales de libros, recomendaciones de leer a Tucídides (por lo del título del libro y la referencia al mal endémico de matarnos entre paisanos), pero con poco trabajo de campo, del de verdad. Y encima Chamorro no tiene mucha cancha en los libros.
En este último la pobre se lleva un tiro a la primera de cambio que la aparta de la historia casi hasta el final y deja a Bevilacqua intentando, y casi fracasando, aclarar las circunstancias de la muerte de un antiguo etarra gay en tierras baleares. Tenemos a un aparente culpable desde el principio, pero teniendo en cuenta quién fue la "víctima" se intenta atar y bien-atar todos los flecos de la investigación para no meter la pata, lo que lleva al subteniente a recordar sus tiempos de guardia bisoño en Intxaurrondo y sus inicios en la relación con el que ahora es su jefe, quien le fichó para una brigada medio infiltrada en la lucha contra el terrorismo.
La historia es poco creíble en muchos puntos y abusan de las cámaras de vigilancia y de tráfico, que permiten seguir los pasos del supuesto asesino y del muerto como si fueran las cámaras del CSI a cuyas imágenes pasan un programa de corrección de enfoque y en vez de verse los granos en la imagen se distinguen hasta los del acné delincuente.
Reconozco que la novela me aburrió soberanamente, a lo mejor por no soportar más de cinco páginas cada noche, lo que la convirtió en eterna. Al final, con la recuperación de Chamorro, sube un poco el ritmo narrativo y la trama toma otra velocidad hasta la solución final, que llevaba esperándose desde muy al principio. En resumen, decepcionante. Esperemos que el próximo, si lo hay, me resulte un poquito más entretenido. Si es que no se jubila Bevilacqua.