domingo, octubre 20, 2019
sábado, octubre 19, 2019
Vigesimoquinto libro 2019: "Sidi", de Arturo Pérez-Reverte.
Debo reconocer que de lo primero que me acuerdo siempre que oigo mencionar al Cid es en las vueltas que le dimos a su estatua en Burgos para intentar salir de la ciudad, porque tengo un poquito de dislexia y la derecha y la izquierda, cuando no me la señalan con la mano, se me resiste un poco, así que le di un par de vueltas a la majestuosa estatua ecuestre del Campeador antes de que me aclararan a qué derecha debía girar, si a la mía o a la de los demás.
Pero, a lo que voy, que no es de estatuas pero sí del Cid, es a la reseña del último libro de Pérez-Reverte que me he leído, que es el último que ha publicado: Sidi. Un relato de frontera.
Esta nueva obra de Don Arturo no novela tanto la vida de Rodrigo (su Cid) como el primer cantar del Cantar de Mio Cid, el conocido como "el del destierro", esto es, desde poco después de lo de "de los sos ojos tan fuertemientre llorando", cuando, como decía Manuel Machado "al destierro- con doce de los suyos -polvo, sudor y hierro- el Cid cabalga", anda mio Cid de corte en corte buscando señor que lo contrate con su mesnada y sus correrías hasta poco antes de su marcha hacia Valencia.
Rodrigo, para ganarse el pan y el de los bastante más de doce a los que tiene que mantener, trabaja como soldado a sueldo para quien le paga la soldada y buscando a quién servir, y, tras ser rechazado y despreciado por los condes de Barcelona, llega a un acuerdo económico para defender con las armas los intereses territoriales del rey moro de la taifa de Zaragoza, peleando contra moros y cristianos, según tercia, que la cosa de la religión y las peleas territoriales tenían el asunto embrollado, pero con la única condición de no pelear nunca contra Alfonso VI, a quien, pese a haberle desterrado, sigue considerando su señor natural y al que sigue mandando una quinta parte de lo que consigue.
Y lo del "polvo, sudor y hierro", queda muy claro en la novela de Pérez-Reverte, que repite en reiteradas ocasiones la imagen del protagonista y los suyos con las caras llenas de tierra por las que resbala el sudor, y no deja hierro de sus armaduras que nombrar, que conviene conseguirse es esquema de alguna para seguir el relato sabiendo qué se pone o lleva cada uno, aunque como lo repite bastantes veces se acaba una centrando. Que si el escudo en la espalda, que si nasal arriba, nasal abajo de las narices, que si las botas de huesas...
La figura del Cid se parece bastante a la del Poema y hay que hacer esfuerzos para no imaginarse a Charlton Heston a lomos de Babieca, aunque algo más achacoso de una lesión antigua de rodilla.
Y es que la novela se centra sobre todo en las batallas, en las tretas para colocar la mesnada en la mejor posición para la batalla, el estudio del paisaje con sus escondrijos y peligros, y en las negociaciones con los poderosos para que no los manden a batallar sin posibilidades.
No obstante, la figura de Rodrigo parece, como dice mi amigo Pedro, bastante plana. Buen guerrero, callado, buen jefe de su mesnada, fiel a su rey natural, pero no sabemos mucho de lo que piensa o siente, como si fuera un soldado del montón. Como mucho que se acuerda de Jimena y sus hijas un instante antes de olvidarlas para entrar en combate. Que, eso sí, combates tiene el libro unos cuantos, que hay ratos que no sabe una si está con el Cid, con Ivanhoe o con una película de indios.
Pero desde luego el libro está entretenido, que me he quedado varias noches hasta que me lo he terminado leyendo hasta las tantas.
Asistimos a las negociaciones para la entrega de Monzón, al engaño al prestamista judío para consiguir financiación, a los compadreos religiosos ecuménicos con su equivalente del ejército moro, algún escarceo con la hermana del rey y muchas lanzas, espadas y sangre, hasta llegar a la batalla más importante en la que los mete el rey de Zaragoza, y que maldita la gracia que le hace a los castellanos porque tienen que pelear contra enemigos superiores en número y que encima se encuentran a más altura. Pero el Cid es el Cid y la cosa acaba en victoria, con muchas víctimas en ambos bandos, pero eso era "lo normal" en las batallas y lo tienen asumido los soldados, que eso lo recalca por activa y por pasiva el autor, la entrega de los soldados a su labor sin que parezca importarles morir. Y en la susodicha batalla, como para justicia poética, consiguen hacer prisionero al conde Ramón Berenguer que despreció al Campeador, y consigue bajarle los humos y quedarse con su espada, la siempre famosa Tizona, aunque, tras dejarle en libertad renunciando a alguna que otra plaza importante, se vaya rezongando algo así como
que será él quien pase a la Historia porque los siglos se van a acordar más de él, con lo supernoble que es, que del
Cid, que para él es un mindungui del que nadie hablará cuando muera. Ya ves tú lo que son
las cosas, ¡menuda visión de futuro que tenía el condecito! De pitoniso no se hubiera comido un rosco.
A lo que voy, un libro de aventuras estupendo, un relato ajustado al Poema con las oportunas licencias literarias del autor, un Cid que necesita rodaje y que no me creo que nos quedemos con un solo libro, así que quedo a la espera de la llegada de Rodrigo a Valencia.
La escritora americana Siri Hustvedt Premio Princesa de Asturias 2019.
Siri Hustvedt es la nueva Premio Princesa de Asturias de las Letras. La escritora Tendré que ponerme las pilas y adelantar un par de obras suyas que tengo en la lista de pendientes.
Merece la pena escuchar su discurso y pararse a pensar con ella.
Merece la pena escuchar su discurso y pararse a pensar con ella.
miércoles, octubre 16, 2019
Toda una sorpresa el último álbum de Chrissie Hynde en clave de jazz.
No es un secreto que me gustan mucho Pretenders, aunque principalmente me gusta la voz de Chrissie Hynde, que cante lo que cante le imprime su impronta y le queda bien cualquier estilo. Que lo mismo guitarrea un rock tremendo que canta baladas como I´ll stand buy you, I'm not in love o incluso Human, pero me ha sorprendido muy gratamente con su último disco en el que junto a The Valve Bone Woe Ensamble se marca en clave de jazz unas versiones de canciones que ya cantaran entre otras figuras Nancy Wilson, Vinicius de Moraes y Jobim, Nina Simone e incluso Sinatra. Y con su voz suenan de maravilla.
Comparto su versión de I'm a fool to want you, que tanta gente ha cantado, y que en la voz de Chrissie queda preciosa.
martes, octubre 15, 2019
Vigesimocuarto libro 2019: "Olga", de Bernhard Schlink.
Al ver este libro me llamaron la atención dos cosas: la imagen de la portada, que me recordó a algún cuadro de Edward Hopper, y el nombre del autor que sobre tres pobrecitas vocales acumula consonantes como si no hubiera un mañana.
El título no me llamó la atención e incluso me predispuso en contra. Pensé en un relato de amoríos o alguna fantasía del autor sobre una antigua amante. Y nada de eso. Panorama de narrativas de Anagrama tampoco me ha defraudado esta vez.
El libro es muy bueno y la imagen de la portada no es de Hopper sino de Laura Knight, una pintora británica cuya obra tengo que investigar. Eso sí, el nombre del autor sigue teniendo doce consonantes y tres vocales. Por cierto que suya es la novela "El lector", que para mí era una película en la que Kate Winslet hacía un papelón por el que ganó un Oscar.
La obra tiene tres partes bien definidas incluso en los títulos que reciben: "Primera parte", "Segunda parte" y " Tercera parte". La que me parece mejor, con diferencia es la segunda.
En la primera parte un narrador aparentemente objetivo nos presenta a Olga de niña, una niña pobre, callada y observadora que al perder a sus padres pasa a vivir con su abuela paterna, una mujer dura que se cree superior por ser alemana y desprecia el origen eslavo la niña. El nacionalismo germánico desde finales del siglo XIX y gran parte de la primera mitad el XX es uno de los protagonistas destacados del libro.
Paralelamente conocemos a Herbert, un niño rico que sólo piensa en correr, y a su hermana Viktoria. Los tres parecen inseparables hasta que Viktoria marcha por decisión propia a un internado (donde acabará desarrollando su precoz fanatismo), quedando solos Olga y Herbert que poco a poco pasan de amigos a muy, muy amigos, y después se enamoran.
Que sí, que hay una historia de amor a lo largo de todo el libro, pero no es para nada moña, aunque en la primera parte me mosqueé bastante con Olga. Y es que me parece una mujer con muchas posibilidades y lo de estar siempre esperando a Herbert no me gusta un pelo.
Porque Herbert parece un culillo mal asiento que sólo piensa en viajar, cuanto más lejos mejor, primero como soldado en África, luego como explorador en Argentina y por fin como más explorador hacia el Polo Norte, aunque la cosa se le dé de pena. Y dejando siempre sola a Olga.
Con la excusa de que los padres de él no la quieren por pobre, que solo le dan el dinero justo y que teme que lo vayan a desheredar, Herbert nunca parece tener un chavo ni tiempo para formar una familia, aunque se funde una cuantiosa asignación en un superviaje por América, total para nada, que digo yo que hubiera tenido bastante para vivir más que decentemente sin necesidades en lugar de pasar penalidades, que empezó corriendo de pequeño y no paró.
Y, mientras, Olga, sola, trabajando de maestra, espera que te espera, a veces casi en la miseria y sufriendo las dos guerras mundiales sin su Herbert hasta que se queda sorda por unas fiebres y la despiden con 53 años, justo cuando la segunda guerra mundial alcanza su pueblo. Pero Olga se reinventa y comienza a trabajar como costurera, principalmente para la familia del que entonces sabemos que es el narrador, quien pasa a relatar en primera persona ya la segunda parte del libro en el que nos adentramos en la figura de Olga a través de sus ojos, ganando puntos en mi apreciación de su figura. Conocemos mejor lo que fue su vida desde la desaparición de Herbert y entrevemos alguna pista de su gran secreto, que no se descubre hasta muy avanzada la tercera parte y acompañanos a Olga durante el resto de su vida pero siempre desde fuera, hasta su final, momento en que el narrador decide investigar más hasta encontrar las cartas que Olga escribió a Herbert cuando se marchó al Polo y que siguió escribiendo aun a sabiendas de que no volvería, incluso muchos años después de saber que estaba muerto.
Y es en la tercera parte, a modo de novela epistolar, cuando acabamos de desentrañar a Olga en toda su grandeza.
En definitiva, son tres novelas en una para redondear la figura de la mujer que da título a la obra y un retrato de la convulsa época en la que vivió y de los peligros del nacionalismo, un repaso también del afán de algunos hombres por lanzarse a la aventura sin pensar en las consecuencias de sus acciones sobre quienes les ven partir, una forma, en definitiva, de conocer la historia a través del relato de quienes la viven a pie de calle, no de quienes tomas las grandes decisiones, sino de quienes las sufren e intentan seguir viviendo con sus principios y su punto de rebelión, como Olga.
Un gran libro, en definitiva. Tendré que seguir descubriendo obras de este autor que no conocía.
domingo, octubre 06, 2019
Vigesimotercer libro 2019: "Los eduardianos", de Vita Sackville-West.
Cuando me llegó este libro en el paquete de Bookish de junio pensé que podía ser un pestiño, no se por qué.
Primero, que no me sonaba de nada el título, pese a que fuera escrito a principios del siglo XX y, segundo, que tampoco (para mi vergüenza) sabía nada de la autora, famosísima en su época, casi tanto como Virginia Wolf, algo más que amiga suya en algún momento de sus biografías.
Pero me alegra decir que el libro me ha gustado mucho y, sobre todo, me ha supuesto una experiencia investigar sobre Vita Sackville-West, su familia, su obra (alguno de cuyos títulos me he apuntado para el futuro), su círculo de amistades y la época que refleja el libro con una aguda crítica de la misma por conocerla y "sufrirla" y alguno de cuyos parajes, condesa viuda incluida, me han recordado Downton Abbey, aunque en otro castillo: el Chevron de la novela, alter ego del castillo de Knole (si ello puede predicarse de un castillo), mansión que la autora, por ser mujer, no pudo heredar y de la tuvo que salir para dejar que el heredero disfrutara del mismo.
Antes de comenzar su relato hay una nota de la autora en la que, al contrario de la mayoría de las novelas que afirman el carácter ficticio de sus personajes para ahorrarse problemas y costas judiciales, Vita deja bien claro que "ninguno de los personajes de este libro es enteramente ficticio". Y parece ser que así era, pues en el momento de su publicación la novela fue un escandalazo porque, pese al cambio de nombres, y aunque ahora nos parezcan estereotipos de la época, muchos de los protagonistas de "Los eduardianos" eran plenamente reconocibles entre su pares e incluso podían reconocerse a sí mismos, lo que incrementó el éxito de la obra, que fue un auténtico bestseller.
El verdadero comienzo del relato es bastante original pues deja claro su libre elección como novelista del momento en que decide empezar la historia, pues lo considera un quebradero de cabeza pero acaba concluyendo que la elección es arbitraria y que pudiendo haber comenzado en otro momento lo hace, porque así lo quiere, un domingo 23 de julio de 1905 con el protagonista, Sebastian (sin acento, que es inglés), de 19 años, encaramado al tejado de su mansión -el Chevron que decía arriba- intentando huir de una de las múltiples fiestas que organiza su madre. A partir de ahí seguimos a Sebastian, familia, amigos, miembros de su clase social, esencialmente, aunque también conocemos otros personajes con los que se relaciona ajenos a la misma porque Sebastian no se acaba de ver encajando en el papel que desde la cuna le está designado, de propietario acaudalado con castillo y casi siervos que tendrá unos años de licencioso esparcimiento para acabar sentando la cabeza con una señorita bien de su círculo respetando el encorsetamiento que se le impone disfrutando de la libertad de su posición siempre y cuando no se salga de lo que le permite "el decoro" de clase, que ya es bastante porque Vita no deja títire con cabeza en su encarnizada crítica de las costumbres de una gente a la que conoce terriblemente bien.
Sebastian nos aparece como un adolescente tardío que no acaba de encajar en su mundo y que por influencia de Anquetil, precisamente uno de los invitados de su madre el día que empieza la novela, se empieza a plantear el por qué de algunas cosas, no obstante lo cual, va cayendo en el estereotipo de cabeza y cuerpo entero comenzando su trayectoria amorosa con una mujer mayor quien al estilo de "Las Amistades Peligrosas" va iniciándole en los principios del galanteo y las relaciones sexuales. Es caprichoso y exigente con sus amantes y se cree merecedor de todos los caprichos por lo que las va liando de a kilo. Siguiendo la relación entre el chico y la Lady vamos conociendo la doble moral que existe entre quienes hablan del tema y que cosas pueden o no hacerse según quién las haga y a quién.
Sebastian tiene una hermana, Viola, con un carácter distinto al de su hermano, más inteligente y crítica que él con el mundo en el que vive y que por el hecho de ser mujer la encorseta más que a su hermano, sobre todo porque además no parece estar a la altura de las expectativas de su madre sobre la apariencia física y el glamour que debiera tener una hija suya. Y que, pese a todo ello, es la que acaba rompiendo lazos y tradiciones antes que su acomodaticio hermano.
El relato no es una trama con principio, desarrollo y fin ya que se limita a seguir la trayectoria vital de los personajes, entre Chevron y Londres y entre el momento que decide que debe cogerlos hasta el momento en que decide que acabe la novela ,con un final abierto pero del que no podemos fiarnos muchos pues Sebastian ya ha dado bandazos semejantes y ha acabado volviendo al redil. Sobre todo el fin lo pone la conclusión del reinado de Eduardo VII, no en vano la novela se titula como se titula, punto de inflexión, en opinión de alguno de los personajes, en el cambio de época para la clase social protagonista.
Lo más interesante del libro son las descripciones de las costumbres y de los personajes, que con pocos pincelazos describe de manera magistral y en muy pocas palabras absolutamente geniales. El ambiente opresivo, las conversaciones triviales y repetitivas, los cotilleos, los tejemanejes amorosos,... un cuadro de una clase social cuyo status los propios miembros ya sospechaban a punto de acabar, aunque en el fondo confían en que tampoco cambien demasiado las cosas y puedan conservar su posición privilegiada.
Como Sebastian es un poco como Don Juan y tanto sube a los palacios como a las cabañas baja dejando memoria infausta, también conocemos algunos personajes de otras clases sociales como la mujer de un médico absolutamente deslumbrada por la clase alta, una amante bohemia que tiene bastante más claro que él lo que no puede esperar de Sebastian e incluso siguiendo a las criadas de su madre y alguna de sus amantes también percibimos las opiniones del servicio que trabaja más cercano a las señoras. Pero, principalmente, como adelantaba Vita a su amiga Virginia el libro está "rebosante de aristocracia".
Vita Sackville-West conocía perfectamente la clase que relata porque ella pertenecía a una familia aristócrata, hasta que la echaron del castillo familiar porque a ella no le tocaba heredarlo, aunque le podían haber hecho un hueco en alguna de las 365 habitaciones de la casita.
Su pertenencia de clase no le impidió, sin embargo, distanciarse de ella lo suficiente como para describirla con una agudeza digna de encomio.
La escritora perteneció al famoso Grupo de Bloomsbury y fue una mujer polifacética que igual viajaba que escribía que diseñaba jardines y que, pese a estar casada y tener hijos, tenía fama de hacer a pelo y a pluma (no en vano fue inspiración para el Orlando de Virgina Wolf) y llevó una vida bastante libre para las convenciones de la época sobre todo para las mujeres. Hay cuadros y muchas fotos de ella, bastante seria en la mayoría, con apariencia bastante andrógina en algunas y terriblemente inglesa.
Y por cierto que tenía parte de sangre española en sus venas pues aunque su padre era un barón (el tercer barón de Sackville-West) su madre era hija ilegítima de otro Sackville-West y la bailarina Pepita Durán.
Y por cierto que tenía parte de sangre española en sus venas pues aunque su padre era un barón (el tercer barón de Sackville-West) su madre era hija ilegítima de otro Sackville-West y la bailarina Pepita Durán.
miércoles, octubre 02, 2019
Vigesimosegundo libro 2019: "Nada sucio", de Lorenzo Silva y Noemí Trujillo.
Comencé a leer "Si esto es una mujer", el último de Lorenzo Silva escrito a cuatro manos con Noemí Trujillo, que si no me equivoco son matrimonio, y lo tengo por ahí a medias porque no me acababa de convencer la trama, como una especie de domestic noir más atento a la vida personal de la protagonista que al trabajo detectivesco de campo.
Y pensando que igual no le cogía el truquillo porque, además de echar de
menos a mis guardias favoritos de las novelas de Silva, me había
perdido la primera historia de la pareja de escritores con otra... llamemosla detective, al
encontrarme por casualidad con "Nada sucio" y ver que no
es una novela excesivamente larga, decidí adelantar este libro al que me
estaba leyendo a ver si me hacía con la forma de escribir de los autores y me
enganchaba tanto como para continuar con el que me estaba leyendo. Y no se, no
se, igual es por ser una primera novela de Noemí, pero no me acaba de
parecer redonda.
Este "Nada sucio" es la primera novela de una saga con la original novedad de tener la misma protagonista pero diferentes autores que se van sucediendo en la publicación de
los libros. Por cierto, que la prota parece de Quero, que se llama casi como una de las hijas de Marichelo: Sonia Ruiz. Y es
Aunque, al fin y al cabo, es el primer caso de la detective y su bisoñez puede contagiar la trama, de manera que una detective novata me ha llevado a pensar que la culpable es la coautora primeriza en novela negra y no que el personaje de Sonia esté pensado así de temeraria y torpe desde el principio y que se haya logrado el objetivo de los autores.
Y, pensándolo bien, lo que no se me había ocurrido era echarle la culpa al cónyuge de la coautora, que ya es amor de lectora fiel de Lorenzo Silva (aquí golpes de pecho de penitencia por malpensar).
Pues bien, la novela nos presenta a la pobre Sonia en una situación vital nada favorable: la acaba de dejar su marido, no tiene trabajo, pese a haberlo buscado activamente, ni perspectivas de encontrarlo en breve, se le queda en exclusiva el hipotecón de la casa y la enfermedad mental de su madre requiere cada vez más de su tiempo y energías. Total, un cuadro.
Como la cosa no parece que se vaya a decidir por sí sola opta por tirar por la calle del medio y lanzarse al emprendimiento no ocurriéndosele otra cosa que aprovechar la experiencia que obtuvo trabajando dos meses para un detective privado y dedicarse ella también a la investigación, sin título ni formación y en situación digamos discutible con el Fisco y la Seguridad Social, esto es, sin dar de alta por ningún sitio, ni siquiera como detective, que la Dirección General de la Policía lleva un registro especial de detectives privados con despacho abierto; que no lo dice la novela, que lo he buscado en Google porque se me ha generado la duda escribiendo la reseña.
Contra todo pronóstico, a la detective en ciernes le encargan un caso aparentemente sencillo y sin grandes riesgos ni complicaciones: el supuesto acoso del encargado de un supermercado a una empleada del mismo.
El susodicho acosador, casado y con apariencia respetable, parece intentar acostarse con toda mujer que se le pone a tiro si puede hacerlo sin que se entere la suya y sobre todo si están subordinadas a él de forma que le resulte más fácil "convencerlas". Este malnacido, que, para perdición de sus empleadas, se parece a Paul Newman en sus mejores tiempos, no contento con mantener relaciones sexuales con las señoras, graba las relaciones con el vídeo de su teléfono móvil y las distribuye con pingües beneficios en diferentes canales de difusión pornográfica. Una joyita, vamos.
Sonia se lanza de lleno a la investigación ayudada por el hijo de su mejor amiga, al que cuidó de pequeño y que le gusta más de lo que quiere reconocer y que con sólo veinte años (como se repite cansinamente en el relato, que parece que quiere que veamos en Sonia a una asaltacunas o algo así), es un hacha en informática, aunque la carrera la está sacando a trompicones y con el auxilio para los exámenes de algún compañero más estudioso.
La cosa, como no podría ser de otra forma comienza a complicarse y la protagonista va intentando salir airosa del asunto a fuerza de voluntad y de suerte, porque lo que son las técnicas detectivescas que utiliza, dejan mucho que desear. Y eso que la premisa originaria y la promesa que le hace a su compañero de investigaciones es que no se meterán en nada sucio.
No os puedo contar mucho más sin destripar del todo la historia pero a veces me resulta un poco pueril la forma de avanzar en la trama, como si se tratara de novela juvenil o algo así, aunque toca un tema y refleja en una sola persona tipos que por desgracia se mueven en la realidad, a veces impunemente: acosadores, abusadores, distribuidores de pornografía...
No es la octava maravilla pero puede resultar entretenida y me ha animado a seguir con el que dejé inconcluso a ver si Sonia hace algún cursillo de criminalística o investigación o ve algunos capítulos de CSI o de Sherlock y mejora sus técnicas.
Pues bien, la novela nos presenta a la pobre Sonia en una situación vital nada favorable: la acaba de dejar su marido, no tiene trabajo, pese a haberlo buscado activamente, ni perspectivas de encontrarlo en breve, se le queda en exclusiva el hipotecón de la casa y la enfermedad mental de su madre requiere cada vez más de su tiempo y energías. Total, un cuadro.
Como la cosa no parece que se vaya a decidir por sí sola opta por tirar por la calle del medio y lanzarse al emprendimiento no ocurriéndosele otra cosa que aprovechar la experiencia que obtuvo trabajando dos meses para un detective privado y dedicarse ella también a la investigación, sin título ni formación y en situación digamos discutible con el Fisco y la Seguridad Social, esto es, sin dar de alta por ningún sitio, ni siquiera como detective, que la Dirección General de la Policía lleva un registro especial de detectives privados con despacho abierto; que no lo dice la novela, que lo he buscado en Google porque se me ha generado la duda escribiendo la reseña.
Contra todo pronóstico, a la detective en ciernes le encargan un caso aparentemente sencillo y sin grandes riesgos ni complicaciones: el supuesto acoso del encargado de un supermercado a una empleada del mismo.
El susodicho acosador, casado y con apariencia respetable, parece intentar acostarse con toda mujer que se le pone a tiro si puede hacerlo sin que se entere la suya y sobre todo si están subordinadas a él de forma que le resulte más fácil "convencerlas". Este malnacido, que, para perdición de sus empleadas, se parece a Paul Newman en sus mejores tiempos, no contento con mantener relaciones sexuales con las señoras, graba las relaciones con el vídeo de su teléfono móvil y las distribuye con pingües beneficios en diferentes canales de difusión pornográfica. Una joyita, vamos.
Sonia se lanza de lleno a la investigación ayudada por el hijo de su mejor amiga, al que cuidó de pequeño y que le gusta más de lo que quiere reconocer y que con sólo veinte años (como se repite cansinamente en el relato, que parece que quiere que veamos en Sonia a una asaltacunas o algo así), es un hacha en informática, aunque la carrera la está sacando a trompicones y con el auxilio para los exámenes de algún compañero más estudioso.
La cosa, como no podría ser de otra forma comienza a complicarse y la protagonista va intentando salir airosa del asunto a fuerza de voluntad y de suerte, porque lo que son las técnicas detectivescas que utiliza, dejan mucho que desear. Y eso que la premisa originaria y la promesa que le hace a su compañero de investigaciones es que no se meterán en nada sucio.
No os puedo contar mucho más sin destripar del todo la historia pero a veces me resulta un poco pueril la forma de avanzar en la trama, como si se tratara de novela juvenil o algo así, aunque toca un tema y refleja en una sola persona tipos que por desgracia se mueven en la realidad, a veces impunemente: acosadores, abusadores, distribuidores de pornografía...
No es la octava maravilla pero puede resultar entretenida y me ha animado a seguir con el que dejé inconcluso a ver si Sonia hace algún cursillo de criminalística o investigación o ve algunos capítulos de CSI o de Sherlock y mejora sus técnicas.
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