martes, abril 28, 2020

"Los testamentos", de Margaret Atwood. El libro 14 de 2020.

Este libro se ha vendido como la secuela o la continuación de El Cuento de la Criada, de la misma autora, pero no es exactamente eso, ni la calidad de la obra tiene nada que ver con aquel título.
Margaret Atwood es Margaret Atwood y escribe muy bien, pero la originalidad del mundo, los personajes y costumbres creados en El Cuento de la Criada, la sorpresa y la impresión que nos dejan y que convierten el libro en una obra de arte, no funcionan en Los Testamentos. Este libro, aunque se desarrolle también en el imaginario país de Gilead y aparezcan personajes parecidos, no tiene la misma fuerza y no deja de ser otra historia y otras las perspectivas del relato.
El tiempo en que se desarrollan "Los Testamentos" es posterior al del cuento de la criada. La acción principal comienza alrededor de la fecha en la que Daisy, una de las protagonistas, cree que es la de su dieciséis cumpleaños, pero se la historia retrocede hacia atrás en el tiempo según vamos conociendo los tres relatos en los que básicamente se divide el libro, sobre todo en el relato de Tía Lydia que retrocede a un periodo incluso anterior al Cuento de la Criada. Los tres relatos se van sucediendo y mezclando en el libro.
Tía Lydia, ya bastante mayor y con estatua propia, está escribiendo una especie de memorias que se encabezan como "El ológrafo de Casa Ardua", una actividad peligrosa, ya que lo que pretende realmente es derribar el régimen de Gilead (el estado en el que viven, y que se encuentra en parte del territorio de lo que habían sido los Estados Unidos), contando cómo se fraguó y se estableció el sistema social que relegó a las mujeres a un segundo plano (o tercero o cuarto, dependiendo de la clasificación en la que resulten incluidas). No es que esté en contra del régimen como tal, sino que lo considera corrupto y por eso quiere contar la verdad, aun sabiendo que puede que no existe nunca el hipotético lector a quien dirige su escrito ya que puede ser destruido o puede no encontrarlo nadie.
Para quienes no hayan leído el Cuento de la Criada o visto la serie, las "tías", que en los códigos de vestimenta de Gilead eran quienes vestían de marrón, eran las únicas mujeres que podían seguir escribiendo ya que eran las encargadas de la Biblioteca Hildegarda en la que se custodiaban los Archivos Genealógicos de los Lazos de Sangre, vitales para que, con el sistema de procreación que imperaba en Gilead basado en el abuso de las criadas por los comandantes cuyas mujeres no podían tener hijos, no se acabaran casando entre hermanos. Vivían en Casa Ardua y muchas tías eran malas, malísimas. Se ocupaban de la formación de las niñas, sobre todo de las de los comandantes de más alto estatus, inculcándoles los conocimientos (entre los que no se encontraba la lectoescritura, considerada peligrosa para las mujeres) y los comportamientos adecuados para una mujer casada. A la vez, controlaban a las criadas intentando hacerles ver su rol como honorable, a veces a fuerza de torturas, para que el engranaje de la procreación permaneciera correctamente engrasado.
Por eso resulta sorprendente que precisamente Tía Lydia, una de las tías fundadoras, sea la que cuente la historia que previsiblemente provocará la caída de Gilead. Mediante la lectura del ológrafo de Casa Ardua conocemos cómo mujeres antaño independientes y de una formación intelectual muy completa llegaron a convertirse en tías que formaban niñas destinadas a convertirse en mujeres que fueran absolutamente lo contrario. Nos adentramos en las corrientes internas de Casa Ardua, donde las tías se traicionan a diario para mantener su cuota de poder en un mundo en el que las mujeres no tienen prácticamente ninguno, vemos la corrupción del sistema, los abusos de poder, los asesinatos encubiertos, el falso testimonio elevado a la condición de prueba reina en los juicios que llevan a unos ajusticiamientos salvajes que llevan a cabo las criadas, único desahogo contra quienes las relegan a la condición de vientres procreadores.
Paralelamente vamos leyendo los testimonios de dos chicas, la testigo 369A y la 369B, educadas en diferentes países con diferentes sistemas y tradiciones, la primera en Gilead y la segunda en Canadá, pero con más relación con Gilead de la que ella hubiera deseado nunca. Cada una tiene trayectorias diferentes pero acaban convergiendo en Casa Ardua, una porque no ha querido casarse y es acogida por Tía Lydia y la segunda porque es infiltrada en Gilead.
La verdad que la trama deja mucho que desear, no es nada creíble y no precisamente por reflejar un mundo distópico, sino precisamente por lo contrario. Parece un libro juvenil de aventuras. Y el final que "desvela" cómo aparecieron los documentos que llevamos leyendo toda la novela me parece una soplapollez. perdón por la expresión, pero a poquita historia que se haya estudiado, es posible ver la imposibilidad de que se encuentren precisamente los documentos que atestiguan lo que queremos que atestiguen. 
Y además que no aparecen las criadas para nada, sólo tías, marthas, comandantes, alguna esposa, las niñas y las Perlas, mujeres entre misioneras y testigos de Jehová pero con hábito y collar de perlas que buscan en Canadá niñas a las que "convertir" a su fe y llevarlas a Gilead. Los personajes son planos, tienen una forma de ser y hablar y no cambian. Salvo quizá Tía Lydia, que es con mucho la más interesante de la novela con esa mezcla de malvada, traicionera, intrigante, vengadora... una mala malísima sin complejos en reconocerlo sobre el papel y que prefiere morir matando.
Pero el libro hay que leerlo para comprobar cómo personas que inicialmente fueron víctimas de un sistema se acaban convirtiendo en verdugos de otras, cómo hay mujeres que colaboran activamente en la opresión y discriminación de otras mujeres que viven doblemente sometidas a los hombres y al régimen dictatorial en el que viven, pese a lo cual muchas también defienden el sistema que se les ha inculcado desde el nacimiento criticando cualquier otro con más libertades.
En definitiva, parece que Margaret Atwood ha intentado explicar el mundo del Cuento de la Criada pero no es un libro redondo. No me ha acabado de convencer.

"El Instituto", de Stephen King. El libro decimotercero de este año.

Que no, que no. Que no soy de Stephen King. Y encima con este libro que no se si va de ciencia ficción o de fenómenos paranormales con protagonistas adolescentes raritos. Que no, que no. Que me costó un horror acabarlo, que casi me cura mi tradicional predisposición al insomnio.
El libro comienza en un avión en el que viaja Tim Jamieson, un policía de Florida apartado del servicio (como los de la mayoría de las series, que no se cómo queda uno sin expedientar), quien, pese a dirigirse a Nueva York, aprovecha la oferta que realiza un agente que necesita coger el vuelo y vende su pasaje. Pareciera que la cosa iba de road movie porque Tim comienza a hacer dedo pero al hacérsele tarde cerca de un pueblo de Carolina del Sur se queda a dormir y, como no tiene prisa en seguir su camino, acepta un trabajo como sereno del pueblo, no con la idea de establecerse pero tampoco con ninguna otra. Y, pensando que iba a ser el protagonista, resulta que no volvemos a saber más de Tim hasta el último cuarto del libro, que ya se nos había olvidado.
Y, dejando al sereno haciendo su ronda, la novela sigue con el verdadero protagonista del libro, Luke Ellis, un super-niño, super inteligente y con algún punto rarete, que con doce años ya se lo rifan dos universidades (aquí andaría a palos con la ESO) y que cuando creía que, dado que el libro se llama "El Instituto", la cosa iría con que los padres no podrían afrontar la universidad o no querrían privar a su hijo de su adolescencia típicamente americana y lo mandarían al instituto del pueblo, pues resulta que lo secuestran en su casa y matan a sus padres llevándolo a otro sitio que, con el mismo nombre, tiene una función mucho más siniestra que un centro educativo de secundaria.
Luke amanece en una habitación dispuesta como lo estaba la suya propia en su casa y pronto descubre que ni está en su casa ni su mundo volverá a ser lo que fue.
Resulta que en el Instituto del título viven otros chicos y chicas que como Luke tienen poderes relacionados con la telequinesia, la telepatía o ambas. Nuestro chico a lo más que había llegado había sido a mover las cajas de una pizzas con la mente y, pese a su privilegiado intelecto, había sido un niño aparentemente normal que quería pasar inadvertido y que incluso ni parecía frikie. Pero, pese a ello, los malos malísimos habían visto su potencial y se lo llevan, no sabemos para qué hasta muy avanzado el libro (cuando estaba yo ya bastante hasta las narices de él).
Se pasan las páginas entre unas conversaciones simplísimas y las perrerías a las que someten a Luke y al resto de niños y niñas, un montón de pruebas médicas o pseudomédicas con las que los maltratan sin que ellos tengan idea para qué. Nosotros tampoco.
El caso es que la cosa no pinta bien porque si en la zona en que se encuentran es mala, la zona a la que los van a trasladar es peor y luego hay otra todavía más mala, así que piensan en escaparse usando métodos similares a los de sus captores y con ayuda de una de las empleadas del Instituto y nuestro Tim del principio de la historia, todo ello con gran despliegue de efectos especiales y destrozos sin cuento.
En fin, que el libro me aburrió bastante, la trama me pareció simple, errática y llena de reiteraciones y repeticiones y los personajes muy planos, así que he quedado un poco escaldada con Stephen King, al cual no se me ocurrirá acercarme en mucho tiempo.

lunes, abril 20, 2020

El Gobierno fijará el importe máximo de los productos sanitarios.

Hace un rato (era todavía domingo) el BOE ha publicado una Orden del Ministerio de Sanidad para garantizar el acceso de la población a los productos de uso recomendados como medidas higiénicas para la prevención de contagios por COVID-19. Espero que tenga suerte, porque una cosa es hacer la norma y otra que pueda cumplirse. Y espero que quien la cumpla la entienda mejor que yo, que pensaba que diría algo así como la mascarilla de tal clase hasta tantos euros, la de tal otra hasta tantos... Pero no resulta tan sencillo.
Según la orden aprobada se pretende establecer el procedimiento para la fijación del importe máximo de venta al público de productos sanitarios y de aquellos productos necesarios para la protección de la salud de la población así como determinar la información que debe tener el etiquetado de mascarillas y las condiciones en que pueden venderse al público mascarillas unitarias no empaquetadas individualmente.
Podéis acceder a la orden pinchando en la mascarilla pero básicamente determina que la Dirección General de Cartera Común de Servicios del Sistema Nacional de Salud y Farmacia del Ministerio de Sanidad convocará a sus miembros a una reunión telemática en 48 horas para elaborar una propuesta de importe máximo de venta al público de esos productos que se someterá a la Comisión Interministerial de Precios de los Medicamentos para su deliberación y decisión adoptando el acuerdo correspondiente, tras el que la Dirección General de Cartera Común de Servicios del Sistema Nacional de Salud y Farmacia elaborará un documento que se notificará o publicará en el BOE. Que espero que el trámite no se alargue tanto como los nombres de los órganos encargados del trámite.

https://www.boe.es/boe/dias/2020/04/19/pdfs/BOE-A-2020-4525.pdf 
La orden también regula los datos que deberán llevar las etiquetas, de la a) a la n), datos de la empresa, denominación del producto, unidades, composición, duración, advertencias, lote, instrucciones, procedencia, si cumple las especificaciones técnicas, eficacia de filtración, precio final según la Ley de Defensa del Consumidor. Me parece que habrá más etiqueta que mascarilla y espero que puedan estar disponibles y con todos los requisitos mejor que hasta ahora.

sábado, abril 18, 2020

José María Cano nos anima a rezar un padrenuesto.

José María Cano (del grupo Mecano) ha cedido al Papa los derechos para la difusión de este vídeo en el que en menos de cinco minutos, con un fondo musical extraordinario, se escucha dos veces el padrenuestro: uno rezado por el Papa Francisco y otro cantado por Montserrat Caballé en Valencia con motivo de la visita del Papa Benedicto.
El compositor ha afirmado que "se nos está pidiendo mucho que seamos prudentes, que nos pongamos mascarillas y nos lavemos las manos con frecuencia, pero pocos son los que nos invitan a rezar. Hay que ser prudentes en la expansión del virus, pero para rezar no hay que ser prudentes.

miércoles, abril 15, 2020

"Esta oficina me mata", de Viola Veloce. Doce llevo.

No recuerdo cómo llegué a este libro, creo que en algún blog y quizás me llamó la atención el título, por aquello de que las oficinas no me resultan ajenas y algunas, aunque no me han matado, porque estoy aquí, por lo menos la espalda y a veces la cabeza, sí que me las han tocado.
El nombre de la autora es un seudónimo porque, como parece ser que trabaja de una oficina, no quiere que se reconozca la suya en la que se describe en la novela. Aunque la verdad es que muchas oficinas podrían identificarse con la "asesina" del libro y sobre todo resultan muy reconocibles algunos de los tipos de compañeros descritos. 
Quién no ha tenido alrededor la tóxica influencia de un compañero que sin dar chapa se pasaba la vida quejándose de la injusticia que se cometía en su contra al no reconocerle su valía porque no se le encargaba nada digno de sus capacidades; o alguna que pasaba media jornada laboral hablando por teléfono o jugando al solitario; o el pelota hipócrita que "se apunta al sindicato después de la protesta"; o los jefes ineptos (sobre todo si se trata de un cargo político o ha sido designado a dedo) que atascan la oficina exigiendo supervisar el trabajo de los demás sin tener la más remota idea de hacerlo él, y algún directivo al que, como la autora, podemos considerar una "ameba llamada a la extinción, con unas ganas de trabajar equivalentes a cero", y... En fin, que cualquier empleado o funcionario puede reconocer a muchos de los personajes entre sus compañeros y/o sus jefes y se ha sentido alguna vez tan quemado en el lugar donde trabaja que ha llegado a pronunciar casi literalmente la frase que da título a la novela que reseño.
Francesca Zanardelli trabaja en el departamento de Planificación y Control de una gran empresa milanesa. No acabó la carrera de Económicas y no considera que su ocupación como contable sea el trabajo de sus sueños, pero tiene un contrato fijo, lo que la convierte casi en intocable, sobre todo cuando la empresa perdió un juicio y se vio obligada a volver a contratar a un montón de trabajadores de los que había prescindido.
Su vida personal no va mucho mejor que su trabajo pues acaba de comenzar a salir del hoyo al que la arrojó el abandono de su prometido que el día antes de la boda le confesó estar enamorado de otra mujer, "esa mentirosa tapizada de Gucci, del bolso a los zapatos.
Vive sola en un piso que le compró su padre tras vender el que habían adquirido para la pareja que no llegó a matrimoniar. Sus padres no acaban de verla bien y ejercen sobre ella una tutela que a veces le resulta agobiante. Pero si la vida no iba demasiado bien para Francesca, un suceso traumático la desbarajusta por completo.
Una mañana aparentemente anodina en la oficina, al pasar al servicio, su mundo se pone cabeza abajo, con el descubrimiento del cadáver de su compañera de mesa, Marinella Serini, una mujer que no caía a nadie bien en la oficina y pasaba la vida jugando al solitario en el ordenador, por no haberle descubierto ninguna otra utilidad, y pronosticando el menú del día del restaurante donde comía. La mujer había sido estrangulada y su cadáver colocado como si estuviera de cuerpo presente, con las manos juntas.
Aparte del susto, Francesca se ve inmersa en la investigación, e incluso bajo sospecha, y sometida al asedio de sus padres que, intentando evitarle riesgos, ponen a la pobre de los nervios, sobre todo su madre, que se pasa la vida viendo "Mentes Criminales" en la tele y se acuesta a la primera de cambio dejando a su marido la responsabilidad de la casa, que él asume cocinando congelados como si no hubiera un mañana.
Cuando la cosa se va tranquilizando, sustituyen a la asesinada por un compañero todavía más inútil y menos trabajador, no obstante lo cual se cree el mejor preparado de la empresa, así que, alegando que no se le da trabajo digno de su preparación, no da palo al agua, no hace nada más que quejarse, tener la oficina a oscuras y discutir con todo el mundo. En un momento dado cuando el nuevo empleado acaba de demandar a su superior (un santo de altar) por un supuesto acoso, aparece muerto de la misma forma y asesinado con el mismo tipo de cuerda que la primera empleada, con lo que vuelven los recelos contra nuestra Francesca, no tanto como asesina como por gafe, hasta que tiene lugar la detención de quien nuestra protagonista considera inocente y entonces Francesca se propone averiguar si la persona de quien ella sospecha tiene algo que ver con el asunto poniéndose en riesgo de una manera bastante tonta, a ratos divertida.
No se trata de una novela policíaca, ni de un domestic noir, aunque al final acaba metiéndose a detective aficionada, es un poco un divertimento de la autora para criticar el sistema de trabajo de una empresa, la falta de compañerismo, la imposibilidad de ascender, las rencillas entre compañeros y la ineficacia y eficiencia del sistema.
La verdad es que la autora escribe muy bien, sobre todo en las ácidas descripciones de los distintos personajes, y a ratos resulta divertida. Está entretenida, aunque me sobra toda la parte de los padres, con esa madre tan cargante, que sólo quiere casar a Francesca y se pone mala cada vez que le llevan la contraria. Pero, claro, es parte de la vida de la prota.

Se podrán cazar conejos en varias localidades de Castilla-La Mancha. Quero entre ellas.

La Dirección General de Medio Natural y Biodiversidad de Castilla-La Mancha ha aprobado una resolución que, cuando se publique en el Diario Oficial de Casilla-La Mancha, permitirá la caza de conejos de monte. Ello es debido a la situación de emergencia cinegética temporal que se ha declarado debido a los daños producidos por estos animales en toda la región.
La emergencia se ha declarado en varios términos municipales de las cinco provincias castellano manchegas, entre los que se encuentra Quero y casi todos los pueblos de alrededor.
https://www.club-caza.com/actualidad/archivos/ResolucionComarcaEmergenciaCinegetica.pdf
Dado que nos encontramos en estado de alarma la caza tendrá que realizarse con las precauciones que debido al mismo determina la resolución, esto es:
- Máximo dos personas por control, desplazándose en coche, una delante y otra detrás.
- Mantener distancia de al menos un metro entre las dos personas.
- El certificado de actividad necesario para las personas que se desplazan será la autorización o comunicación previa del control.
- Extremar la higiene personal -lavado frecuente de manos-, de equipos de trabajo y trasporte y correcto uso de los equipos de protección individual siguiendo las recomendaciones de las autoridades sanitarias.
- Autorización del control mediante comunicación a la Delegación Provincial de Desarrollo Sostenible con una antelación mínima de 24 horas en el modelo oficial que regula la resolución.
Siempre, claro está, portando licencia de caza, documentación necesaria para su ejercicio y autorización del propietario del coto y demás requisitos normales para el ejercicio de la caza.
Podéis ver el texto completo de la resolución pinchando en el conejito de la foto de arriba.

martes, abril 07, 2020

"Personajes desesperados", de Paula Fox. El undécimo de 2020 en unos días bastante más desesperados.

No se si los personajes de este libro están demasiado desesperados. Me creo que se quejan de vicio. Que lo que están es aburridos y no se dan cuenta de que no se soportan. No quiero ni pensar que tuvieran que permanecer encerrados los días que a fecha de hoy llevamos los españoles (y medio mundo) por el bicho cabrón éste que tenemos campando a sus anchas.
Partiendo de la base de que el libro me ha parecido de un simple subido y que lo único que me gustó fue el prólogo de Jonathan Franzen que, después de leerse el libro un montón de veces y enamorarse de él, intenta convencernos a nosotros de sus bondades para que lo leamos y nos guste tanto como a él y veamos las profundas profundidades del alma humana y de la pareja de protagonistas que él ve y que yo no he visto por ningún sitio y... y... y pretende eso y, además, nos lo destripa contando lo poco interesante que para mí ofrece el libro.
No es que no me haya gustado, que tampoco, pero es que me aburren soberanamente los libros en los que no pasa absolutamente nada digno de recordar, que en éste lo más interesante de la trama son las consecuencias del mordisco de un gato. Pues, qué quieres que te diga, que con los gatos que me han arañado a lo largo de mi vida podría haber escrito una saga y en ninguno de los capítulos hubiera temido que me contagiaran la rabia. Pero, claro, cada quién es cada cual, y si eso es lo más emocionante en la vida conyugal de la pareja, podéis imaginar el tedio del resto.
Sophie, traductora de francés sin ganas de ponerse a traducir nada, y Otto, su marido, abogado de profesión en trámite de separación profesional de su socio del bufete, viven en un barrio con pretensiones, que no ha acabado todavía de ser barrio bien, pero ya no es un barrio malo. Las casas se van comprando por gente parecida a nuestros protagonistas y las calles parecen seguras.
El matrimonio no tiene hijos porque, como ellos dicen, lo han ido posponiendo y ahora se han acomodado demasiado. Tampoco tienen una relación fantástica ni en lo físico ni en lo intelectual.
Sophie parece soberanamente aburrida, no tiene ganas de nada y necesita la aprobación de su esposo para casi cualquier cosa. Me recuerda a mujeres con maltrato psicológico cuando todavía no son conscientes de lo que pasa y van cambiando su comportamiento para agradar a alguien que nunca va a ver nada perfecto.
Otto no difiere mucho en su tendencia al aburrimiento, pero parece muy seguro de que lo que piensa, desea o hace es lo que debe pensarse, desear o hacerse, así que quiere que todo funcione como él cree que debe ser, desde su mujer, su barrio, su bufete, su socio, el mundo que le rodea en general y se siente frustrado cuando no es así.
El incidente del gato acaba desestabilizando a la pareja pues pone de manifiesto sus diferencias. Ella reacciona de forma desproporcionada y poco coherente pues, aunque teme que el gato (pobrecito mío) pueda haberle contagiado la rabia, se niega a acudir al médico hasta casi el final. Y él no entiende que deba dejar sus obligaciones para estar con ella porque está asustada.
Cuando Charlie, el socio de Otto, quiere partir meriendas y le pide que le devuelva el rosario de su madre y se quede con todo lo demás, la reacción de nuestro protagonista es desearle suerte y si te he visto no me acuerdo, sin percatarse de que su forma de ser y de trabajar han influido en la decisión de su socio, que quiere hablar con él y acaba hablando con Sophie, que aprovecha para desahogarse con él contándole cosas que su marido no sabe. Es lo mejor de la novela, junto con la visita de Sophie a una amiga con un estilo de vida más hippie pero que luego tampoco es tan diferente.
Creemos a lo largo del libro que es sólo Sophie la que está descontenta, pero Otto también ve su mundo desquebrajarse ante un episodio algo más grave que lo del gato pero ante el que reacciona de forma todavía más desproporcionada que su mujer.
El libro refleja una época de cambio de valores, la superficialidad de una clase social con pretensiones y llena de prejuicios (sobre pobres, judíos, negros y en general quienes no son como ellos pretenden ser), la falsedad de unas relaciones de pareja montadas sobre muy poco, la desidia de unos personajes que "se desesperan" a la mínima alteración de su rutina, al mínimo cambio. Parecen adultos, pero se comportan como los niños cuando no les funciona un juguete.
Pues eso, que a Jonathan Franzen le gustaría horrores, pero a mí no. No se si será porque aburrimiento me sobra estos días de confinamiento.